Raimundo Fitero
La gran juerga
Hacen los paréntesis en su fundamentalismo capitalista cuando sus propios intereses están en juego. El santísimo regulador espontáneo, ese ente llamado Mercado, cuando no aguanta más sus descabelladas iniciativas especulativas, es bajado del altar para que intervenga el Estado, que en los tiempos de vacas gordas es, en su terminología neo-liberal, el enemigo de la Libertad. Esta semana de setiembre ha sido el más horripilante akelarre del salvajismo capitalista, la auténtica semana negra contra los pobres de la tierra. Rebajo la demagogia: Contra todas las clases medias del universo, las que pagan impuestos, las que ahorran, las que viven de las rentas del trabajo y no de las de la especulación o el patrimonio.
Estamos viviendo la Gran Juerga del Capitalismo, la muestra más incontestable de que las palabras como Democracia, Igualdad, Justicia, no son nada más que entelequias manoseadas por los mandamases de este mundo injusto. El que en cuatro días pasen de crear el pánico en la población, a una farra derrochadora, no es nada más que la confirmación de que se ríen de nosotros, a la cara, que no es retórica ni dogmatismo asegurar que ahora manda el Capital, las Finanzas, los dioses del Dinero, a través de sus cuerpos de ejército que se llaman Bancos, Aseguradoras, Bolsas, Impuestos y ministerios de Hacienda. En la reserva están los medios de comunicación, con las televisiones en la infantería de la desinformación y su voluntad inequívoca de poner el foco y los objetivos en aquello que les interesa para desmovilizar o colocar a la población en unos paraísos artificiales tan adictivos como las drogas.
El menaje es nítido: si eres un pobre trabajador metido en un hipotecario, te vas a tener que buscar la vida y joderte. A nosotros, los que ya hemos ganado todo lo que a ti te hemos robado, por si acaso, los bancos centrales nos inyectan unos cuantos miles de millones de euros y dólares para que sigamos dominando el mundo. Tus impuestos no van a la Sanidad o la enseñanza pública, ni a las pensiones, sino a la especulación financiera. Por eso lo celebramos con una gran juerga. Se nos queda cara de idiotas.