Paisanaje humano que discurre entre luces y sombras
«Entre Os Dedos»
Koldo LANDALUZE
La nueva propuesta de Tiago Guedes y Frederico Serra aglutina buena parte de las carencias de las que hacen gala muchos cineastas de nueva hornada. Ignoro si la estructura del filme fue construida en base a un modelo cinematográfico clásico (Nouvelle vague, neorrealismo…) con ribetes postmodernistas o si, por el contrario, los derroteros de “Entre os dedos” tiene mucho más que ver con el errático discurso narrativo de aquel que quiere contar muchas cosas y se queda en nada. Disfrazar una historia pequeña y humilde, que hubiera dado para un cortometraje, con un envoltorio visual en crudo blanco y negro y animado por interminables escenas que nunca conducen a ninguna parte, es un recurso muy habitual para aquellos creadores que basan toda su fuerza comunicativa en la imagen. La palabra queda relegada a un segundo plano y toda la escenografía queda acaparada por un perfil de claroscuros pronunciados y silencios interminables que pretenden subrayar el carácter dramático de una crónica social tan real como la vida misma.
La nueva película de los autores de “Coisa Ruim” queda enraizada en el mal colectivo que padece buena parte de la sociedad actual. El paro, el trasiego laboral efímero y mal pagado y, sobre todo, la incomunicación dan como resultado una frustración emocional cuya eclosión adquiere su dimensión más terrible en la violencia física. Todo ello tiene cabida en esta película humilde y desarraigada en la que sobran demasiadas escenas y nunca quiere profundizar en el desolado paisaje humano que se intuye entre luces y sombras.