Mikel INSAUSTI

Entrar en la categoría de los grandes genios del humor no está al alcance de cualquiera, y a Ben Stiller le ha costado mucho encontrar su oportunidad, tras rozarla casi con los dedos en su anterior realización “Zoolander”. No cabe duda de que iba bien encaminado, y que la mejor de sus ideas la tenía reservada en función de contar con un presupuesto millonario. La paciente espera ha merecido la pena porque “Tropic Thunder” es la madre de todas las comedias espectaculares, un juguete caro que justifica la inversión gracias a que va a hacer reír a millones de personas en todo el mundo, especialmente a los cinéfilos gamberros. El primer visionado de la película me ha dejado exhausto, ante la incapacidad para asimilar semejante bombardeo de explosivos gags, sin tiempo material para recuperarte de un diálogo de traca y encajar el siguiente, porque van seguidos y son a cada cual más demoledor. Prometo verla todas las veces que me sea posible para ir pillando su enrevesada y demencial jerga, aunque es recomendable hacerlo en versión original y en pantalla grande, lo cual va a ser complicado, una vez concluido el Zinemaldia donostiarra.
Debo reconocer, por más que me cueste, que la mayor sorpresa de “Tropic Thunder” me la he llevado con la insuperable caracterización del irreconocible Tom Cruise, en una burla como nunca se ha hecho antes de un ejecutivo de un gran estudio de Hollywood.  Eso no te lo esperas, porque lo de Robert Downey Jr. ya se veía venir, y es lógico que sólo alguien tan talentoso como él pueda permitirse satirizar a los divos de la interpretación con sus vitrinas llenas de premios Oscar.

Y si los actores del método son pasados por la piedra, que no decir de las superproducciones bélicas, ridiculizadas con todos sus héroes de ficción dentro, y sin establecer categorías o diferencias entre los de Silvester Stallone o Norris y los de Coppola, Cimino o Stone. Nadie se salva en esta función de comicidad pirotécnica que no deja títere con cabeza en la industria del cine.