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«El feminicidio indica siempre el poder de dominar»

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Marcela LAGARDE
Antropóloga, feminista y ex diputada mexicana

Marcela Lagarde tiene una amplia trayectoria en la lucha por los derechos de la mujer. Además de feminista y antropóloga, presidió la Comisión Especial de Feminicidio en la Cámara de los Diputados de México e impulsó junto a otras diputadas la Ley General de Acceso de la Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Su experiencia quedó reflejada en el XI Congreso de Antropología celebrado en Donostia.

Ainara LERTXUNDI |

Con un equipo de 70 investigadores, la antropóloga y feminista Marcela Lagarde investigó la violencia feminicida en México, de norte a sur para saber si lo de Ciudad Juárez era un fenómeno aislado o más extendido de los que muchos creen. Con los datos en la mano, trasladó la lucha a la Cámara de Diputados. En entrevista a GARA, aboga por analizar a las víctimas y a sus agresores, y explorar las causas sociales de esa violencia para poder erradicarla.

Como antropóloga y feminista, ha sido una de las principales impulsoras del término feminicidio para describir situaciones como las de Ciudad Juárez.

El feminicidio es el conjunto de las formas de violencia contra las niñas y mujeres que, en algunas ocasiones, derivan en homicidio. Por tanto, no es sinónimo de homicidio aunque los medios lo usen muchas veces así. Para nosotras las antropólogas que lo hemos construido se trata de la violencia contra las niñas y mujeres producto de la desigualdad de género y otras desigualdades que conducen a los agresores a marcar a las mujeres a veces con formas de daño extremo, pero siempre como forma de control. Hay además una gran dosis de odio social contra las mujeres y de supremacía por parte de quienes las agreden. El feminicidio indica siempre el poder de dominar.

Ciudad Juárez es el exponente más conocido. ¿Qué factores confluyen para tan elevado número de víctimas mortales?

Como diputada, antropóloga y feminista impulsé una investigación en todo México para saber lo que pasaba en Ciudad Juárez. Para el año que pudimos hacer una comparativa, 2004, había una tasa mayor de homicidios de niñas y mujeres en otras partes del país que en el estado de Chihuahua, al que pertenece Ciudad Juárez. Éste ocupaba el sexto lugar a nivel nacional. Se ha tratado de explicar este fenómeno ligándolo al crimen organizado, a la violencia entre narcos o al uso de drogas y alcohol por parte de los agresores. Se buscan múltiples explicaciones pero siempre omiten lo que nosotras resaltamos; que se trata de crímenes de género. Que si en algún caso hubo uso de alcohol y droga es un «además de».

Este tipo de violencia extrema se produce como producto de otras violencias, muchas veces, naturalizadas y normalizadas. Hay altas tasas de violencia feminicida en varias entidades del norte, no sólo en Ciudad Juárez, también en Tijuana y Baja California, y en la frontera sur, en Quintana Roo, donde está Cancún, un lugar de turismo sexual y, por tanto, de explotación sexual. En ambas fronteras la violencia también está ligada al tráfico de armas, personas, dólares y a la idea de que la ilegalidad prevalece en la vida social. Hay lugares en los que prevalecen esas circunstancias aún no siendo frontera. Son lugares con un desarrollo muy desigual, caótico, con crecimientos urbanos sin seguridad y servicios, y donde está recrudecida la desigualdad, la falta de condiciones de acceso al desarrollo o donde hay formas varias de discriminación contra las personas en general y, en especial, contra las mujeres y niñas. Si analizamos quiénes son ellas y sus agresores podremos ver que concurren diversas vulneraciones en un solo momento o en la vida cotidiana. Hay casos distintos.

Una visión de género como la que encierra la idea de feminicidio o violencia feminicida nos permite explorar las causas sociales. Espero que si las sabemos podremos hacer un mayor esfuerzo para ir a las raíces y eliminar esa violencia. Por eso hicimos la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.

¿Cuál fue la reacción inicial de los demás políticos?

La aprobamos por unanimidad y esa es una reacción, aunque sea el final de un proceso. En medio hay incomprensión, visiones muy machistas y misoginias en algunos, sobre todo en los más conservadores aunque también las hay en la izquierda. No todos los que votaron a favor estaban de acuerdo. Tuvieron que hacerlo porque públicamente no es adecuado estar a favor de la violencia. Tienes que aprender a colarte por fisuras, a aliarte, convencer y ser demostrativa. Cuando llegamos con las cifras de la investigación, no pudieron sino aceptar lo que estábamos diciendo. La vinculación entre la investigación y la política, desde una perspectiva feminista, fue clave.

En alguna ocasión, ha resaltado la importancia de decir «no».

Las mujeres en la sociedad tradicional hemos sido educadas para estar disponibles y ser vistas como el objeto de satisfacción de necesidades, ya sean eróticas, estéticas, amatorias o laborales. El «sí» cuando quieras, como quieras, a la hora que quieras es parte de la cultura patriarcal. Lo aprendí de una feminista italiana para quien el primer «no» de las mujeres es el primer «sí» a ellas mismas.

de gÉnero

«Buscan múltiples explicaciones pero siempre omiten que se trata de crímenes de género. Si en algún caso hubo uso de alcohol y droga es un `además de'»

casos distintos

«Si analizamos quiénes son ellas y sus agresores podremos ver que concurren diversas violaciones a los derechos humanos. Hay casos distintos»

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