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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

Por una educación más realista

Es necesario que los profesores, junto con los padres, se impliquen en los cambios, y es muy importante que los propios alumnos también opinen y propongan acerca de estos cambios

Comienza un nuevo curso escolar, momento oportuno para reflexionar acerca de la educación que tenemos y la que deberíamos tener. Los tiempos han cambiado, la historia continúa evolucionando, hay cambios sociales, económicos y políticos importantes que hacen necesario un nuevo sistema educativo, nuevos programas y nuevos contenidos, muevas formas de enseñar y nuevas formas de evaluar.

Es antipedagógico que sea el profesor quien hable durante una o dos horas, son los alumnos los que deben investigar, analizar, debatir, exponer y explicar un tema y, sobre todo, crearse sus propias opiniones acerca de la sociedad, de la política, de la historia. Antes los profesores eran quienes debían trasmitir conocimientos, ahora deben ser quienes ofrezcan herramientas didácticas para que sus alumnos, siendo autodidactas, investiguen acerca no tanto de pasados heroicos como de acontecimientos presentes. En lugar de aprender religión deberían aprender la influencia de las religiones en diferentes guerras, hay que introducir en todos los niveles más horas de educación física, de educación artística, teatro y psicodrama, economía doméstica, comunicación, técnicas de estudio y de investigación, ciencia y tecnología, ecología y cambio climático, lógica, inteligencia emocional, resolución de conflictos, áreas y asignaturas que ayuden realmente a analizar y resolver problemas reales y actuales, incluyendo agricultura, pecuaria, veterinaria, conservación y manejo de alimentos, gastronomía, relaciones públicas, ciencias políticas, liderazgo, economía domestica y social, áreas que eviten que en el mundo haya más hambre y más guerra, áreas que apoyen la resolución de problemas y conflictos sociales y políticos, que les motiven a vivir de una manera más sana.

Y en cuanto a las evaluaciones y las notas, debemos reflexionar y autocriticar severamente cómo y qué es lo evaluamos, cuánta presión psicológica ocasionan los exámenes calificando contenidos y objetivos programáticos obsoletos y caducos que no ayudarán al alumno a resolver sus problemas ni individuales ni sociales. Tampoco les desarrollan o fortalecen sus cualidades y aptitudes. ¿De qué sirve tener muy buenas notas, si no somos capaces de resolver nuestros propios problemas, si no hemos aprendido actitudes y aptitudes adecuadas en futuras ocupaciones laborales?

Son cada vez más los jóvenes que se suicidan, que sufren depresiones y todo tipo de trastornos psicológicos. Los jóvenes no están motivados en sus estudios, hay una desesperanza en cuanto a la realidad laboral que observan, y aun estando en bachillerato no tienen claro qué carrera quieren estudiar. Por todo esto, es necesario que los profesores, junto con los padres, se impliquen en los cambios, y es muy importante que los propios alumnos también opinen y propongan acerca de estos cambios. Hay que actualizar la educación para que ofrezca conocimientos y herramientas intelectuales, psicológicas y sociales que permitan un mundo más sano y digno para todos.

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