Réplicas del terremoto financiero
A. CASTRO Analista bursátil
E l terremoto financiero sigue en activo y sus réplicas se repiten diariamente. La de ayer, por ejemplo, se llevó por delante hitos históricos negativos de los mercados de renta variable. El desconcierto ante esta situación excepcional es patente entre los gobiernos, instituciones y analistas, que no son capaces de articular un discurso esperanzador que devuelva la sensatez a la actividad bursátil y financiera. Parece como si dispararan al aire a la espera de cazar el pájaro de la confianza, que por simple casualidad se cruce en la trayectoria de la bala. Y, lo que es peor, se están quedando sin munición a una rapidez inusitada: planes de rescate, rebaja coordinada de tipos de interés, inyecciones ingentes de liquidez, nacionalización de bancos y ampliación de garantías para los depósitos no han conseguido apartar de la mente de los agentes económicos el fantasma de la llegada de una catástrofe económica. Por de pronto, uno cree que los problemas del sistema financiero y la llamada economía real ya se están dando la mano. Si no, repasen todas las noticias referidas a la galopante caída del empleo, el cierre de compañías, los proyectos sin salida por falta de crédito y el desplome del consumo. Frente a este escenario agónico, albergar una esperanza de cambio es un ejercicio gratificante. Así, en el ámbito macroeconómico, según el FMI, el castigo de la recesión podría levantarse a partir del segundo semestre de 2009. En este empeño colaborarían el efecto de las medidas de apoyo al sector financiero, ahora ignoradas, y una recuperación del mercado interbancario, donde la mayor responsabilidad recae en las propias entidades bancarias, ya que muchas de ellas siguen guardándose la liquidez en el cajón. Por último, dentro de la bolsa, uno de los paños calientes más usados para encajar los desplomes: después de descensos violentos se producen reacciones en sentido contrario. Eso sí, necesitamos un buen suelo para que haga de trampolín.