Premio Nobel de la Paz
Ahtisaari logra el reconocimiento a su larga trayectoria como mediador
El ex presidente finlandés Martti Ahtisaari vio por fin reconocida su amplia labor como mediador en conflictos tan diversos como los de Indonesia, Namibia, norte de Irlanda o, más recientemente, Kosovo. Aunque su nombre se barajaba desde hace años, no fue hasta ayer que sonó como el ganador del Premio Nobel de la Paz, una decisión muy criticada y cuestionada por Rusia, que no le perdona la propuesta del plan de independencia para Kosovo.
GARA | OSLO
Tras muchos años en las quinielas y con un dilatado historial en mediación de conflictos, el ex presidente y diplomático finlandés, Martti Ahtisaari, logró ayer el premio Nobel de la Paz. De entre los 197 candidatos, los cinco miembros del Comité Nobel lo eligieron «por sus importantes esfuerzos, en varios continentes, y durante más de tres décadas por resolver conflictos internacionales, unos esfuerzos que han contribuido a que haya un mundo más pacífico y a la fraternidad de las naciones».
La noticia justamente se conoció un día después de que Montenegro y Macedonia reconociesen el jueves la independencia de Kosovo y de que, paralelamente, la Asamblea General de la ONU diese luz verde a la petición de Serbia para que la Corte Internacional de Justicia estudie la legalidad de la independencia de Kosovo.
«En los últimos 20 años, ha figurado de forma destacada en los intentos por resolver varios conflictos graves y duraderos. Por ejemplo, entre 1989 y 1990 jugó un importante papel en la instauración de la independencia en Namibia. En 2005, él y su organización Instituto de Gestión de Crisis (CMI) tuvieron un papel importante en la solución de la complicada cuestión de Aceh, en Indonesia. En 2008, intentó ayudar en la búsqueda de una conclusión pacífica a los problemas de Irak, y también ha aportado contribuciones constructivas a la solución de los conflictos en Irlanda del Norte, Asia Central y el Cuerno de África», resaltó el Comité a la hora de dar a conocer el fallo.
Namibia, «la más importante»
De entre todos esos ejemplos, Ahtisaari resaltó su labor en Namibia por ser «la más importante, ya que se necesitó mucho tiempo para lograr la independencia de este país». En 1978 fue designado representante especial del secretario general de la ONU en este país africano. Dedicó los siguientes trece años a supervisar el proceso que culminó con la independencia de Namibia de Sudáfrica en 1990.
Además de su labor como mediador, el 16 de enero de 1994 ganó en segunda vuelta las elecciones presidenciales de Finlandia, que durante su mandato ingresó en la Asociación para la Paz, promovida por la OTAN y la Unión Europea.
En 2000, decidió no presentarse a la reeleción y fundó el CMI. A partir de ese momento, supervisó el desarme del IRA en el norte de Irlanda junto al ex dirigente del Congreso Nacional Africano Cyril Ramaphosa.
Ahtisaari se mostró «muy satisfecho y agradecido» por recibir este galardón». El dinero que implica este premio, un millón de euros, lo destinará al centro de gestión de crisis que él mismo preside. «Se necesita financiación. Nunca hay suficiente, y sin ayuda es difícil reaccionar con rapidez a las grandes cuestiones», manifestó. En clave de humor, comentó que, en cierta manera, le ha sorprendido que «los noruegos hayan tomado esta decisión. Tengo un 12,5% de sangre noruega y eso debería descalificarme». Un abuelo suyo era noruego.
Las felicitaciones le llovieron inmediatamente desde casi todos lados, excepto de Serbia y Rusia. Moscú no tardó en acusar al Comité Nobel por contribuir a la «escisión de Serbia». «¿Por qué asignar el Premio Nobel y otras distinciones a Ahtisaari? No tengo la menor idea. En realidad, es el autor de una serie de acciones encaminadas a deformar y violar el derecho internacional y las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU», destacó el embajador ruso ante la OTAN, Dmitri Rogozine.
Para el jefe de la comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara Alta del Parlamento ruso, Mikhïl Marguelov, dijo que este galardón deja «un mal sabor de boca». «El ex presidente finlandés trabajó en la solución de conflictos durante 30 años. La concesión del Nobel no hubiera dejado este mal sabor de boca si no hubiese fallado en su misión en Kosovo», subrayó. «Queda por esperar que su larga lista de méritos haya superado este fracaso, que supone nada menos que la escisión de Serbia», añadió.
Aún más duro fue un ex alto responsable del Ministerio de Defensa, el general Léonid Ivachov, al afirmar que la de Ahtisaari era «la candidatura más indigna». «Su contribución a la guerra y a la destrucción de los estados, en particular en los Balcanes, es más importante que sus esfuerzos por la paz», opinó.
Desde Serbia, su ex primer ministro Vojislav Kostunica consideró que el fallo se debió a presiones políticas y muestra, a su juicio, que «los mentores de este falso Estado ejercerán presiones en todos los campos».
«Por eso, Serbia tiene que luchar por Kosovo todavía con más firmeza e intensidad, porque, como vemos, los principales abogados del falso Estado de Kosovo van realizando con persistencia su intención», agregó. Por su parte, el hermano de Slobodan Milosevic, Borislav Milosevic, dijo estar «afligido por esta decisión tomada con fines políticos». De todas formas, el Gobierno y la Presidencia serbia, muy contrariadas por el reconocimiento de la independencia de Kosovo por parte de Montenegro y Macedonia, guardaron absoluto silencio.
En el otro lado de la balanza, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que ejerce la Presidencia de turno de la UE, alabó la figura de Ahtisaari, que «enfrentado a la imposibilidad de que las dos partes llegasen a un mutuo compromiso, definió una solución, la independencia supervisada de Kosovo, que responde a los deseos de la gran mayoría de la población garantizando, al mismo tiempo, la protección de las minorías».
El presidente finlandés, Tarja Halonen, y el primer ministro, Matti Vanhanen, subrayaron que «como finlandeses estamos orgullosos de que el trabajo de Finlandia para restablecer la paz haya recibido el mayor reconocimiento posible».
«Mi experiencia más traumática ocurrió en Namibia, cuando más de 300 personas murieron en un ataque de la SWAPO. Luego, conseguimos controlar la situación y todo fue más fácil», manifestó Martti Ahtisaari.
«Mi mejor herramienta ha sido ser franco. No se puede decir sólo palabras bonitas a las partes, esto no es un `reality show'. Si una de las partes tiene una actitud contraproducente para las negociaciones hay que tener valor para decírselo», resaltó.
«Sabíamos desde un principio que el Gobierno indonesio estaba dispuesto a conceder una amplia autonomía a Aceh, pero nunca la independencia. El tsunami, que mató a 200.000 personas, fue decisivo para que el GAM aceptara estas condiciones».
La concesión de los premios Nobel no están nunca exentos de polémica. El de la Paz es uno de los más controvertidos. En la presente edición, además del monumental enfado de Rusia y el silencio de las autoridades serbias, hubo quienes consideraron «poco arriesgada» la elección de Martti Ahtisaari.
Hubo quien hubiera apostado por la abogada chechén Lidia Yusúpova, lo que también hubiera supuesto un mazazo para Rusia. De 47 años, es responsable en Chechenia de la organización de derechos humanos rusa Memorial. En 2006 fue postulada por primera vez. Ese mismo año, recibió una amenaza de muerte. En 2005, obtuvo el premio Rafto por su trabajo como «portavoz de las víctimas olvidades de la guerra de Chechenia».
Más allá de las críticas y la decepción de los perdedores, con Ahtisaari se ha recuperado el espíritu del Premio Nobel de la Paz, plasmado en el testamento del creador de los Nobel, Alfred Nobel. Para el jurista noruego Fredrik Heffermehl, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, sólo el 45% de los galardonados cumplía los requisitos establecidos por su fundador. A modo de ejemplo de nominaciones «ilegítimas», cita a Teresa de Calcuta y Al Gore.
GARA
2007
Al Gore y el panel de la ONU sobre el cambio climático.
2002
Jimmy Cater
2001
Kofi Annan (ONU)
1994
Yasser Arafat, Shimon Peres y Yitzhak Rabin.
1993
Nelson Mandela
1991
Aung San Suu Kyi
1990
Mikhail Gorvachov
«Este premio es un reconocimiento a todo lo que he hecho a lo largo de mi vida», subrayó el diplomático de 71 años. Con más de 30 años de experiencia a sus espaldas, remarcó que no hay recetas para la mediación en situaciones de crisis.