Maite SOROA
Suenan las alarmas
Observo con gozo el grado de nerviosismo que atenaza a los gurús de la derecha requeté en Nafarroa. Pascual Tamburri, heredero de aquellos flechas negras que llegaron a Euskal Herria bajo el mando de Mussolini para fundirse con lo más extremo de la derecha nativa advertía ayer en «El Semanal Digital» que «el centroderecha está haciendo méritos para volver a su peor momento». O sea, la cosa va bien.
Su alarma parece justificada porque, reseña, «la miopía personal de unos y otros puede entregar una provincia sustancialmente conservadora en manos de socialistas, comunistas y abertzales». ¡Qué miedo!
Ya sabe Tamburri que «la primera consecuencia del desorden en la derecha es, ya lo sabemos, la división» y que «en consecuencia, la minoría socialista se convierte artificialmente en mayoría». La cosa parece clara: «La división lleva necesariamente a la derrota».
Todo parece abocado al caos y por eso el columnista advierte con severidad: «Si se llegase al desastre de una escisión UPN-PP en Navarra es imprevisible cuál de los dos lados obtendría más votos, pero en cualquier caso es seguro que daría al PSN-PSOE la única oportunidad que tiene de optar a la mayoría relativa o en todo caso a una minoría de bloqueo. A partir de ahí, salvo que uno sea realmente cerril, las cuentas son claras. El PSN sería permanentemente árbitro de la política navarra, con el centroderecha optando entre aplicar políticas socialistas y coaccionado por la posibilidad del PSN de cambiar de aliados yéndose con los abertzales». Cuando yo era niña mi amatxo me hablaba del coco y del hombre del saco. Tamburri, por su parte, mete miedo a las crías y críos amenazándoles con la llegada de los abertzales. ¿Será porque el hombre del saco y el coco son colegas suyos? Probable...
Y como Pascual cree que «la gente que vota a la derecha quiere que se apliquen los programas de la derecha, no los del PSN y sus amigos abertzales y marxistas» pide sensatez y sacrificio: «Aún se puede evitar. Generosidad de todos y patriotismo suplementario de quienes lo han confundido con sus propios cálculos. Unos y otros. Hasta finales de mes, cuando se vote la enmienda a la totalidad de los peores Presupuestos del peor presidente en la historia reciente de España, es posible evitar la decepción colectiva». La cosa está muy fea. ¡Qué bien!