Los jefes de estado y de gobierno de veintisiete países se reúnen para refundar el capitalismo, y en las televisiones cada vez que nos los muestran se están riendo. Probablemente sea una consigna global para intentar transmitir eso que ahora cotiza tanto en bolsa: confianza, pero lo cierto es que este tipo de cónclave no provee, precisamente, de buenos augurios, a la clientela. Está claro que si Pedro Solbes aparece mucho en televisión puede producirse un cataclismo farmacéutico. Sería la ruina de los fabricantes de somníferos. Pero de ese rigor aburrido a la desfachatez de la risa floja va el tramo justo de la credibilidad que es uno de los ingrediente básico de la confianza.

Mientras nos vamos preguntando ¿de qué se ríen?, ellos van haciendo declaraciones que les preparan sus asesores y al final de una jornada viendo los noticiarios uno llega a la conclusión de que se ríen como en la escuela, porque están traduciendo del latín directamente y no saben lo que dicen. Parece más obvio que los candidatos americanos se ríen de su fontanero el tal Joe, y se lo pasan pipa flanqueando a un señor disfrazado de obispo, en una cena de gala. Los chistes que se cuentan son de almanaque.

Y en eso llegó Botín y dijo media docena de obviedades pero nos las ofrecen como si hubiera hablado un dios. Este señor se debe partir de risa al consultar el saldo de su cuenta corriente. Ante las cámaras parece un ex boxeador que supo invertir bien sus ahorros montando un mesón especializado en jamón de bellota. Nadie diría al verlo por la calle que ese señor bajito y calvo sea el rey de la banca multinacional. Sus mensajes son de una sensatez tan apabullante que cuesta creer que necesite un amanuense. ¿Con qué talante se decide comprar un banco por unos cientos de miles de millones de euros? ¿Se ríen antes o después de tomar la decisión?

Aunque la pregunta se convierte en crónica cuando vemos algunas series y escuchamos esas risas enlatadas, o incluso las provocadas en los platós para animar a los cómicos. ¿De qué se rien? Hay veces que lo verbalizo estando yo solo en salón y lo hago a gritos. Repito, ¿de qué se ríen?