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Raimundo Fitero

Estancados

Estancados en la niebla, los dinosaurios se entretienen desparasitándose. Los fondos sin fin que los bancos centrales y las arcas comunes de los estados ponen a su servicio serán utilizados para despejar el panorama, para que con el nombre de fusiones se vayan reduciendo los dueños de las barajas y todos debamos jugar con un único crupier y sin que valgan las señas. Ahora descubrimos que no eran unos malos gestores, sino unos tíos listos que sabían que sus empleados con boletín oficial los rescatarían de madrugada. Eran unos previsores que se hacían el tonto.

Como previsores son los fabricantes de juguetes y ya nos anuncian lo que nos van a solicitar nuestros vástagos por navidades. Así de claro lo expresan, porque saben que pese a la crisis, los turrones y los regalos, especialmente para los más pequeños, no pueden faltar. Serán más, más mesurados, pero existirán, y según los anunciantes, las posibilidades son muchas. Probablemente el género de anuncios infantiles sea uno de los que están más cargados de simbología y que contribuyen a la ideologización de las masas de la manera más sibilina. Pueden haber docenas de ministerios, declaraciones universales, acciones de lucha en la calle, pero si los anuncios van dejando claro los roles de las niñas, tan diferentes los de los niños, el avance va a ser más dificultoso. Y solamente es necesario estar veinte minutos viendo las propuestas para comprobar claramente que se juega con los colores predominantes, el tono de voz y los propios juguetes que son, definitivamente, sexistas.

Según los anunciantes, las niñas siguen con sus muñequitas, y ahora les dicen en uno de ellos que pueden jugar a «curar», lo que es un retroceso porque nosotros jugábamos de pequeños a «médicos» y era bastante más divertido y la relación era más personal. Pueden sentirse madres y cuidar de objetos plásticos que hacen todas las funciones posibles. Para ellos hay coches, guerreros, deportes, y para todos un aeropuerto, lo que nos coloca ante la perversidad. Después de lo de Barajas, éste debe ser un juego de miedo. A quien le toque de mecánico, sabe que puede cargar con la responsabilidad de los muertos.

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