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Canadá expulsa y pone en manos de la Policía española a Iban Apaolaza

Tras un año y cuatro meses preso en Canadá, Iban Apaolaza fue expulsado ayer de este país y puesto en manos de la Unidad de Cooperación Policial Internacional de la Policía española. La Corte de Québec rechazó el 2 de octubre su puesta en libertad excusándose en que «no era ciudadano canadiense» lo que el beasaindarra respondió con una huelga de hambre para alertar del «riesgo de torturas que sufre».

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Las autoridades canadienses expulsaron ayer al preso político vasco Iban Apaolaza, arrestado en junio de 2007 por la Policía Montada de Canadá, en Québec, bajo una orden de búsqueda y captura española, en la que se le acusaba de «pertenecer a ETA».

El beasaindarra fue entregado ayer a miembros de la Unidad de Cooperación Policial Internacional de la Policía española, después de que el 2 de octubre la Corte Superior de Québec rechazara la petición de puesta en libertad excusándose en que Apaolaza «no es ciudadano canadiense».

Wiliam Sloan, abogado del represaliado vasco, expresó su indignación frente a esta decisión, y afirmó que según la resolución de la magistrada «en Canadá tenemos dos sistemas legales, uno para los seres humanos y otro para los refugiados, los cuales, al parecer, no merecen ser tratados como seres humanos y se les conculcan derechos fundamentales como el habeas corpus». Asimismo, el letrado denunció el proceso de deportación del refugiado afirmando que es « ilegal, ya que se basa en una declaración prefabricada bajo torturas». Cabe recordar que la acusación que pesa sobre Apaolaza se basa en las declaraciones realizadas por una detenida vasca mientras se encontraba en comisaría en régimen de incomunicación.

La sombra de la tortura tuvo constancia incluso en la resolución ofrecida el pasado mayo por el Departamento de Inmigración de Canadá, donde se afirmaba que «existen motivos razonables» para creer que las declaraciones que sustentan la acusación contra Apaolaza fueron obtenidas bajo tortura.

Huelga de hambre

Un día después de que la Administración canadiense cerrase todas las vías a la libertad de Apaolaza, el ciudadano vasco emprendió una huelga de hambre en el centro de detención de Rivière-des-Prairies, donde se encontraba desde su arresto. Mediante esta protesta, que tuvo que abandonar por motivos de salud tras siete días sin ingerir alimentos, Apaolaza quería alertar del «peligro de tortura que corre» al ser puesto en manos de policías españoles.

Durante el año y cuatro meses en los que el beasaindarra Iban Apaolaza ha permanecido preso en Canadá «lo más difícil» le ha resultado la distancia que lo separaba de su país y de su familia. Así lo hizo saber en una entrevista concedida a GARA, donde denunció que el Estado español decidiera arbitrariamente esquivar la vía convencional y no requerirlo por medio de la extradición, por lo que mostró su temor a que «le dejen en manos de la Policía, en vez de ante un juez, y así, por medio de torturas, poder extraer una declaración inculpatoria».

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