Herederos de ilusiones
«El cuerno de la abundancia»
La comedia social cubana tiene a su actual máximo representante en Juan Carlos Tabío, continuador de las enseñanzas del maestro Gutiérrez Alea, de quien fuera estrecho colaborador en «Fresa y chocolate» y «Guantanamera». De las dos películas de éxito internacional, recupera al emblemático trío formado por Perugorría, Ibarra y Cruz. El primero es el que aquí cuenta con mayor protagonismo, haciendo las veces de narrador de esta viva tragicomedia.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
El estreno de la nueva realización de Juan Carlos Tabío conecta con el homenaje que se le tributó en Donostia a Tomás Gutiérrez Alea en la última edición del Zinemaldia, ya que fue el colaborador más directo que tuvo el recordado Titón. Juntos realizaron «Fresa y chocolate» y «Guantanamera», las películas que más han hecho por la salida internacional del cine cubano. En su obra en solitario, Juan Carlos Tabío ha seguido una línea cercana a la de su maestro, con un humor costumbrista y social que ha estado presente desde sus comienzos con «Se permuta» hasta la reciente «Lista de espera». La intención homenajeadora en «El cuerno de la abundancia» se pone de manifiesto con la presencia de los tres intérpretes emblemáticos de los exitosos títulos que compartieron los dos cineastas, que son Jorge Perugorría, Mirtha Ibarra y Vladimir Cruz.
Se ha dicho de «El cuerno de la abundancia» que es el equivalente cubano a «Bienvenido Mr. Marshall», debido a que las circunstancias económicas por las que atraviesa la isla caribeña, en lo que dura el bloqueo norteamericano, impiden al país salir de una situación de subdesarrollo histórico. En ese clima de aislamiento del capitalismo abundan las leyendas sobre herencias millonarias, sin que nunca lleguen a materializarse para quienes sueñan con escapar a la pobreza. Haciendo una síntesis de algunas de las vienen circulando el argumento se refiere a unas monjas que depositaron una cantidad en el Banco de Inglaterra, allá por el siglo XVIII, y que con el paso del tiempo ha ido dando intereses hasta completar una fortuna de más de ciento veinte millones de dólares. Los beneficiarios son los pertenecientes a la familia apellidada Castiñeiras, a quienes Tabío y su guionista Arturo Arango han situado en una población imaginaria llamada Yaragüey, un poco a la manera del Macondo de Gabriel García Márquez. La noticia desatará la locura colectiva en la pequeña población, donde cada cual se hace su particular y actualizado cuento de la lechera.