De fatto colifato
Ines INTXAUSTI Crítica de televisión
No sé cómo empezar y mucho menos cómo acabar. El pasado lunes TVE nos ofreció un documental extraordinario acerca de La Colifata. Me da la impresión de que ustedes conocen La Colifata sobradamente. Es un lugar, llamado con un eufemismo que define la locura, situado en Argentina. Un manicomio lleno de gente maravillosa, que montó una radio terapéutica y resultó ser un éxito sin precedentes que cruzó fronteras generando un interés inusitado desde el punto de vista mediático y también artístico. De hecho, muchos la conocieron gracias al anuncio de una bebida isotónica -cuyo nombre no mencionaré- en el que aparecía un señor muy simpático que decía «El ser humano... es... extraordinario».
No le faltaba razón, porque él lo era. Era un ingeniero que perdió la cordura y que apuntó una verdad como un puño de lágrimas. «Lo peor de la locura es que no eres consciente de ella y, por lo tanto, tampoco de que debas curarte». Me entró un escalofrío cuando la escuché. Conozco muy de cerca el desequilibrio, lo que lo produce y a dónde le lleva. Y, a veces, mirando desde otro lado (que-no-para-otro) estar loco exime al orate de la responsabilidad ante el fracaso y la infelicidad. Muchas veces parecen más felices que cualquiera, eso es cierto. Y otras son los más infelices de la tierra. También verdadero. Estar loco tiene buena y mala prensa. «Soy un colifato, por lo que serás tú quién pague el plato» parecen pensar muchos de ellos. Y no se arredran ante nada. Otros, mucho más hipersensibles, sufren en silencio una hermosa hemorroide conductista que les lleva a comportarse de una manera críptica en lo social.
Veo todos los días a un chico marroquí muy bello que llora y ríe al mismo tiempo. Ámbos sentimientos en una sola expresión. Recorre la calle hacia arriba y viceversa en busca de motos en las que sentarse para poder huir. Siempre le pillan intentándolo, sin arrancar ninguna de ellas. Es muy interesante verlo desde arriba y desde abajo. Despega sin elevar del ras del suelo esas lágrimas con las que ríe cada día.