Este barrio de Bilbo es conocido porque la pobreza y la marginación se presentan desde la morbosidad mediática como bazar de consumo y tráfico de drogas con las correspondientes secuelas sociales y humanas para quienes habitamos en él. Pero hay una diferencia entre lo que es y lo que quieren hacernos creer. Es cierto que existe un alto nivel de marginación en nuestras calles, pero no dicen cuál es su causa. El capitalismo es así: ha destruido barrios, pueblos o estados al paso alegre del extinto beneficio económico y ahora pretende además que los pobres de esas zonas del mundo se mueran de asco en sus lugares de origen y no molesten.

Nadie emigra en circunstancias normales, son otras causas las que llevan al desarraigo. Como la falta de futuro en toda África. Y en Latinoamérica, donde los intentos de cambio son respondidos por la Unión Europea, EEUU y los poderosos desplazados por las urnas con la amenaza violenta y la asonada militar.

Forman parte de ese cuadro macabro contra los pobres del mundo muchos de entre nosotros. Gente de comunión diaria que quiere a los pobres... al otro lado del mar. Y la clase política impuesta a nuestra sociedad por los distintos grupos económicos. Detrás de quienes quitan o ponen gobiernos están las vedettes del escaparate bilbaino: Azkuna, Basagoiti, Madrazo bis, Oleaga conforman esta «Santa Compaña». Cuando se trata de arrastrar por el fango a las víctimas del sistema siempre ocultan las causas y repiten a modo de mantra las recetas represivas. Guardia Civil, Policía Nacional, Ertzaintza y Policía Municipal con el soporte estelar de las 14 nuevas videocámaras, tecnología made in Mossad israelí. Ésta es su receta. Han tirado la toalla de poder maquillar la indignidad del sistema que apoyan y sólo les queda el recurso de siempre: represión en estado puro.

Treinta años después del inicio de la farsa de la monarquía, algunos de quienes estuvieron del lado de la barricada que combatió los intereses pesebreros vagan por las instituciones pidiendo una oportunidad para sí mismos. A cambio están dispuestos a avalar al sistema represivo con la fe de los nuevos conversos.

Desde el movimiento popular vamos a seguir respondiendo a esta locura represiva. Dijo Malcolm X antes de ser asesinado que si no andábamos con cuidado con los medios de comunicación amaríamos a nuestros enemigos y renegaríamos de los nuestros. En eso está mucha gente de nuestro barrio. Solicita policía y videovigilancia contra los sectores populares y se niega a ver el alcance de la ofensiva del capital contra todas las personas.

Trabajadoras y trabajadores vascos e inmigrantes hemos de coger las riendas del cambio social real, alternativo al neoliberalismo, en el que nuestros derechos no sean agredidos por los intereses de una camarilla fascista con mucho poder. Porque somos socialistas y abertzales denunciamos la represión en nuestro barrio contra toda disidencia social y política. Y la inhumana represión contra la inmigración.

Sabemos que más policía significa más represión y conflictividad. Por ello apostamos por otra sociedad, no racista y euskaldun. Es necesario emprender un rumbo distinto del que llevan nuestras instituciones, comenzando por el consistorio de Bilbo. Cambiar las bases económicas y sociales, elevar el nivel político y cultural de las nuestras y los nuestros son una excelente inversión para el futuro de nuestra villa. Pero esta reflexión jamás llegará a buen puerto cuando son los dirigentes políticos los que engordan sus bolsillos con las empresas de seguridad y atemorizan a la población con amenazas que sirven a sus inconfesables intereses políticos. Queremos un barrio seguro, reconstruido e integrador en el que sólo sobran quienes son incapaces de aceptar que la convivencia supone renuncias a favor de un punto de encuentro.

En esta tarea nos encontramos quienes defendemos una sociedad civil y solidaria frente al rancio argumento represivo. Sobran cámaras y falta justicia. Dejad vivir al barrio y a quienes han llegado aquí desde otras culturas. Demostremos a quienes han buscado acomodo en la delincuencia que no es el camino. Defendamos una política preventiva contra la vileza de la ley del Talión. Es necesaria una respuesta a los fenómenos sociales que han aparecido con la globalización y la inmigración. La seguridad de nuestro barrio es demasiado importante para dejarla en manos de gente que, además de desconocer los nuevos fenómenos, constituye un peligro para nuestra sociedad. Nadie nos ayudará si vamos por la vida comprando el mensaje de violencia contra los pobres y el pueblo, mensaje que el capitalismo nos envía cada día.