Derrota en el Rico Pérez
Una tarde de flojera prolonga el «síndrome del turista» albiazul
El Alavés sigue sin conocer la victoria como visitante. El equipo gasteiztarra, que acabó con diez por la expulsión de Garitano, cayó con claridad ante un Hércules que fue superior. Pese a la derrota, los albiazules se mantienen en la zona tranquila de la clasificación.
Amaia U. LASAGABASTER | GASTEIZ
No hay manera. El Alavés no encuentra antídoto para su particular «síndrome del turista» y suma un nuevo desplazamiento sin conocer la victoria.
Lo peor es que, en este caso, no hubo con qué consolarse ante una derrota justa. La posesión y el ritmo fueron para el conjunto albiazul en los primeros veinte minutos pero, viendo cómo transcurrió el partido completo, pareció deberse más al planteamiento de un Hércules convencido de su capacidad para decidir a la contra. Pasada la media hora, y más aún cuando empezaron a llegar los goles, el equipo alicantino fue dueño y señor de un partido en el que el Alavés se mostró mucho más flojo de lo esperado.
Teniendo en cuenta, sobre todo, la ilusión con la que habían viajado los gasteiztarras, con el recuerdo de la goleada al Murcia aún latente y la posibilidad de meterse en la parte noble de la clasificación, el Alavés parecía encontrarse ante una tarde idónea para acabar con su mal fario. Lamentablemente, por parte rival también había algún que otro «teniendo en cuenta». El hecho, por ejemplo, de que el Hércules fuera -y siga siendo- el único equipo que todavía no conoce la derrota o el menos goleado de la categoría.
Las expectativas gasteiztarras parecieron verse cumplidas de inicio. El Alavés saltó mandón -o su anfitrión quiso que se sintiera así- y el balón apenas se separó de sus botas en los primeros veinte minutos, en los que le correspondieron ritmo e iniciativa. También alguna de sus contadísimas ocasiones de peligro, como el libre directo ejecutado por Toni Moral que se fue muy cerca del palo.
Poco después, el Hércules avisaba de lo que estaba por venir, al aprovechar el primer desajuste defensivo visitante para que Sendoa, con Bernardo casi batido, rematase alto. Con todo, el Alavés pudo mantener el tipo hasta el descanso. O casi, porque sólo un minuto antes de la entrada a vestuarios, Dani Carril celebraba su titularidad al cabecear un saque de esquina al fondo de las redes.
De mal en peor
Parecía, en los primeros compases de la reanudación, que el tópico del «gol psicológico» no iba a cumplirse, con un Alavés que saltó dispuesto a restablecer la igualada y que dispuso, por medio de Igor Martínez, de la posibilidad de conseguirlo. Fue, por desgracia, un espejismo. El Hércules no tardó demasiado en confirmar que es el dueño del campo, por el que empezó a moverse a su antojo. Salmerón intentó reaccionar con la entrada de Moreno y Pedraza, pero apenas hubo tiempo para comprobar si el técnico había acertado porque, escasos minutos después, los alicantinos rompían definitivamente el choque.
A veinte minutos del final, Garitano veía la roja por derribar a Delibasic en el área y Farinós no desaprovechaba la oportunidad de anotar el 2-0. Con el Alavés perdido sobre el césped y su anfitrión cada vez más cómodo, sólo quedaba opción a la puntilla, que acabó llegando. A cargo de un exalbiazul, Rubén Navarro, que anotaba el tercero de su equipo en el último suspiro del encuentro.
No hubo paños calientes por parte de José María Salmerón, que reconoció que su equipo no tuvo una buena tarde.
El técnico lamentaba, por un lado, que el primer gol hubiese llegado «a balón parado y eso es algo que no podemos conceder»; y, por otro, que con ese 1-0, el rival encontró «lo que buscaba. Tienen mucha calidad arriba, mucha velocidad, y en el momento que se han puesto por delante sabíamos que era un problema porque a la contra nos podían hacer mucho daño».
Salmerón admitió que tras el choque «estamos decepcionados y cabreados», pero recordó que «esto es una carrera de fondo, así que toca analizar lo que hemos hecho, olvidar el disgusto y seguir trabajando».
El andaluz, por último, no cree que su equipo se hubiera dejado llevar por la euforia. «Sabemos bien que tenemos que trabajar con mucha humildad», aseguró.
GARA