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Fede de los Ríos

No entendimos a Cuevas y ahora es Sofía la que no entiende

Como todo trabajador sabe, la democracia es el sistema de funcionamiento en las decisiones en la empresa; la estabilidad laboral conseguida merced al despido libre que siempre defendió José María y la llamada reconversión laboral

Semana de curiosas declaraciones. El lunes fallecía el ex presidente de la CEOE, José María Cuevas, y al sepelio acudieron Gobierno y sindicatos. Loaron la trayectoria de su vida como corresponde a todo cadáver: la CEOE, como es lógico, mostró su «profundo dolor» y valoró «su entrega, esfuerzo y hombría de bien», concepto éste aristotélico y en clara contradicción con lo que el filósofo pensaba acerca de los poderosos. De ellos, decía el estagirita, sólo desean amigos serviciales y gentiles, dispuestos a obedecer sus órdenes y es muy difícil que tengan una amistad verdadera, principalmente por el hecho de que por lo general no son virtuosos y suelen estar en una relación de superioridad.

A su entierro acudieron gentiles y serviciales sindicalistas de la patronal. Cándido Méndez y Nicolás Redondo, de la UGT, valoraron «el papel determinante de Cuevas para la democracia laboral con el objetivo de alcanzar la estabilidad laboral o las reconversiones industriales». Como todo trabajador sabe, la democracia es el sistema de funcionamiento en las decisiones en la empresa; la estabilidad laboral conseguida merced al despido libre que siempre defendió José María y la llamada reconversión laboral que tuvimos ocasión de ver en Altos Hornos y Euskalduna. Cierre de la empresa, policía facilitadora del diálogo social y a la puta calle. Su muerte, nos dicen, es «motivo de tristeza para toda la sociedad». Aquí nos tienen con el corazón contrito. Por habernos rebelado contra los designios del antiguo jefe de la patronal.

José María Fidalgo y Antonio Gutiérrez, de CCOO, declararon que «este país se debe a personas como él». Sin lugar a dudas. Lo definieron como el «artífice de la transición empresarial». Deben referirse a que los patrones ahora no van a caballo entre los jornaleros, lo que es de agradecer.

El Gobierno socialista, en boca de Zapatero y su ministro de Economía, Solbes, puso el broche de honor al declarar que Cuevas «supo combinar muy bien la defensa de los intereses que representaba con la defensa del interés general de España». Por todos es sabido que el interés de los empresarios no es otro que el interés general; por ello el interés bancario es el mismo interés que tienen nuestras hipotecas, un interés común. Qué interesante compartir el interés entre todos los interesados. Clarificador. Así opinan los que nos dirigen y viven de nuestros impuestos. Así nos va.

Otra que vive a costa nuestra, Sofía de Grecia y Dinamarca, la actual reina de todas las Españas, ha declarado que es heterosexual, a su marido lo puso Franco, echa de menos a Alfonso Guerra, es contraria al aborto y la eutanasia, la religión debe estar en las escuelas, el feminismo le aburre, se siente muy contenta ante «la posibilidad de que un negro (refiriéndose a Obama) pueda llegar tan alto» y que «hasta el sindicalista y el comunista más acérrimo, si está con la Constitución, tiene que estar con la Monarquía».

Los pusieron en el poder. Ahora, ¿a qué viene tanto escándalo? ¿Acaso esperaban de la mujer del Borbón el Manifiesto de los Iguales?

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