«A la industria agrícola no le importa que las abejas desaparezcan»
Guy Bernelas, autor del libro «el manto de medea»
Veterano opositor francés, es miembro del reputado grupo Encyclopèdie des Nuisances, contrario, desde una óptica ecologista radical, a la industrialización del mundo. Él es autor del libro ‘«El manto de Medea», donde achaca a los agroquímicos la «misteriosa» desaparición de abejas.
Joseba VIVANCO |
Invitado por Muturreko Burutazioak y Ekologistak Martxan, este autor francés ha defendido esta semana en Bilbo la explicación de que el uso y abuso de pesticidas neurotóxicos en los cultivos está detrás de la progresiva desaparición de poblaciones de abejas que se ha convertido en todo un fenómeno a nivel mundial.
Usted defiende que el uso de determinados agroquímicos en cultivos está detrás de la desaparición de las poblaciones de abejas en muchos lugares. Sin embargo, también se oyen otras explicaciones...
Esos argumentos que niegan lo que yo creo que es la verdad, como el origen químico en la desaparición de las abejas, son formas de crear cortinas de humo para poner en duda la verdad. Como decir que la causa son las antenas de móviles, algo que suena a broma. O decir que es una especie de abeja mucho más grande venida de China y que devora a las normales, una especie que sabemos está restringida al sudeste francés. O decir que son los transgénicos, que sí que puede que afecten a las abejas polinizadoras, pero no hay pruebas científicas. O la varroa, un parásito que mata a las abejas, llegado de Asia a principios de los ochenta, diez años antes de que empezara la desaparición de abejas y entonces no se produjo esa eliminación; además, hay tratamientos químicos que matan la varroa.
Incluso se achaca ya esa alarmante desaparición de abejas al culpable de todos los males de hoy, al cambio climático...
(Ríe).
¿Pero en qué elementos, datos se basa usted para afirmar que detrás están los agroquímicos?
Todo esto empieza a partir de 1996 con la utilización masiva de los agricultores franceses de la imidacloprida, un nicotinoideo utilizado como agroquímico. La mayor mortandad de abejas comenzó en julio con la recogida de la miel del girasol y llegó a descender la población hasta el 25%. Los apicultores relacionaron una cosa con la otra. Veían que los vuelos de las abejas eran muy aberrantes, precisamente porque estamos ante un neurotóxico. Se unieron y exigieron la retirada de este químico, algo que lograron en 2004. El problema es que esa prohibición sólo incumbe a los cultivos del girasol y el maíz, no al resto. Además, el suelo francés hoy está lleno de este agroquímico, que permanece activo al menos cinco años. Pero la principal pista es que todas las autoridades francesas se pusieron de acuerdo para negar este origen químico y lo que han defendido, en cambio, es una multicausalidad, con lo que no se puede rastrear nada.
El Estado francés fue pionero en ese rechazo organizado de los apicultores. ¿Qué ha sucedido en otros lugares con las poblaciones de abejas?
Es la misma situación. La desaparición de abejas llegó hace tres años a Estados Unidos; también ha ido afectando a Gran Bretaña, Canadá, China... en todos estos países se ha utilizado este agroquímico. En Suiza, Alemania, Bélgica y España también se ha dado este fenómeno, aunque la lucha de los apicultores ha sido muy débil. En Alemania, los estudios hechos estaban pagados por Bayer, la misma empresa que fabrica el agroquímico del que hablamos. En Italia, hace tres meses el Gobierno prohibió su uso en los cultivos, salvo en la soja.
Puestas sobre la mesa las causas, ¿cree que es reversible esta situación?
Soy pesimista. La industria química lleva cambiando de agroquímicos cada quince años desde finales de la II Guerra Mundial y los nicotinoideos son hoy su única arma insecticida, así que seguirán vendiéndolos todo el tiempo posible. Será así salvo que una revolución suprime la agricultura industrial. Porque la razón de fondo de este tipo de agricultura es la utilización de venenos en masa. Las abejas no desaparecerán del todo, no va a pasar, pero sí puede ocurrir que lo haga en los sistemas rurales y eso forzaría una artificialización mayor y se está dando ya una sustitución de la polinización natural por una artificial. Para la industria agrícola es casi una ventaja que las abejas desaparezcan, no tiene ningún miedo a que ocurra.
Da la impresión de que tomando como ejemplo lo que sucede con las abejas, subyace una especie de indiferencia social hacia pérdidas de parte de nuestra biodiversidad. ¿Es ése el mensaje último de su libro?
Así es. La cuestión principal no es la desaparición de las abejas sino que ha sido esa indiferencia la que ha permitido que ocurra. Evidentemente vivimos en un mundo invertido, en el que las razones de vivir se han visto sometidas a los medios que permiten vivir.
Uno puede pensar que si las abejas se ven afectadas, también otro tipo de insectos...
A todos los insectos, pero también a los mamíferos. A largo plazo se verá el efecto de todos estos venenos. Sólo en el cuerpo humano se acumulan casi 300 productos químicos distintos. Vivimos en un continuo bombardeo químico.
Veterano opositor francés, es miembro del reputado grupo Encyclopèdie des Nuisances, contrario, desde una óptica ecologista radical, a la industrialización del mundo. Él es autor del libro `«El manto de Medea», donde achaca a los agroquímicos la «misteriosa» desaparición de abejas.
«Detrás de la progresiva desaparición de abejas están los pesticidas para los cultivos; las demás explicaciones son cortinas de humo»