Sólo en la 56-57 Baltasar Albéniz comenzó con tres derrotas
Camacho empeora las malas cifras de los debutantes
El técnico murciano es el único que en Primera sólo ha conseguido un gol en sus tres primeros partidos como debutante en el banquillo osasunista.
Natxo MATXIN | IRUÑEA
Llegó antes de disputarse la séptima jornada para ser un revulsivo y contrarrestar la «mala dinámica», en palabras del presi- dente rojillo, Pachi Izco, en la que había entrado el equipo de la mano de Cuco Ziganda, pero el aterrizaje de José Antonio Camacho no sólo no ha producido el ansiado viraje sino que ha acentuado más todavía la crisis de juego y resultados.
Los marcadores ligueros obtenidos por el técnico murciano desde que recaló en Iruñea le colocan como uno de los peores debutantes en el banquillo osasunista. Sólo en la temporada 1956-57 otro técnico rojillo, Baltasar Albéniz, inició su carrera en Primera División con tres derrotas consecutivas.
El de Cieza incluso puede entrar en la historia negativa del club si el domingo vuelve a caer ante el Atlético de Madrid, ya que Albéniz enderezó su adversa trayectoria en el cuarto partido, consiguiendo ganar a todo un Real Madrid. Si se sucumbe ante los colchoneros liderados por el Kun Agüero, sería la primera vez que un técnico novel en Osasuna pierde sus cuatro primeros encuentros ligueros seguidos en Primera.
Además, junto a Ivan Brzic y Enrique Martín, es uno de los técnicos con mayor inoperancia ofensiva en sus inicios. Hasta el mencionado Albéniz consiguió que sus jugadores anotaran más goles en sus tres primeros envites, en concreto dos, frente al único que ha cosechado hasta el momento Camacho, conseguido por Santi Ezquerro en El Molinón.
Funesta tradición
Aunque nadie puede poner en duda que los números obtenidos hasta ahora por el preparador rojillo no invitan precisamente al optimismo, la historia deportiva de la escuadra navarra viene a confirmar que los inicios de los nuevos entrenadores han estado marcados por una funesta tradición de malos resultados.
Y casi siempre esa «maldición» ha recaído sobre técnicos foráneos y que han necesitado de un tiempo de aclimatación. Así le ocurrió a Ivan Brzic, cuando arribó a Osasuna en la 83-84. El serbio sólo pudo arrancar un empate a cero en su debut en El Sadar ante el Salamanca, para perder después hasta cuatro envites consecutivos y no reencontrarse con la victoria hasta la jornada sexta con el Mallorca.
Lo mismo cabe decir de Javier Aguirre cuando llegó para hacerse cargo de las riendas deportivas en la 2002-03. Al igual que el balcánico, «El Vasco» empató en la primera jornada, en casa ante el Villarreal, para después perder ante Deportivo y Real Madrid, si bien en su defensa habría que decir que el calendario inicial que tuvo que afrontar fue mucho más exigente que el de la actual temporada.
La excepción, Sabino
Aunque no de manera tan acusada, los comienzos de otros técnicos de la casa y que han marcado época, caso de Pepe Alzate y Pedro Mari Zabalza, tampoco fueron especialmente notables. En el caso del primero, su andadura en Primera División a principios de la década de los 80 se inició con una victoria por la mínima ante el Las Palmas, pero con dos siguientes derrotas frente a la Real y el Betis, ésta última en El Sadar.
Por su parte, Zabalza, que puede presumir de ser el técnico que más campañas ha dirigido a Osasuna en la máxima categoría -desde la duodécima jornada de la 86-87 hasta la decimosexta de la 93-94-, consiguió virar el rumbo del equipo, pese a que sólo firmó una victoria en sus tres primeros encuentros.
La excepción a esta mala costumbre de los nuevos técnicos rojillos de no conseguir buenos resultados en sus inicios es la de Sabino Barinaga en la 57-58. El que fuera centrocampista vizcaino del Real Madrid consiguió dos triunfos en sus tres primeras jornadas, derrotando a la Real y al Sporting.
El habitual efecto positivo que suele generar el cambio de entrenador no sólo no se ha plasmado en el casillero rojillo, sino que incluso ha empeorado su imagen y juego.
La trayectoria osasunista confirma que todos los técnicos foráneos han necesitado de un buen número de partidos para que llegaran los buenos resultados.