La gresca de la derechona en Nafarroa no parece haber tocado fondo y los más conspi- cuos comentaristas de la prensa hispana siguen hurgando en las heridas ajenas y lamiéndose las propias.

Isabel San Sebastián, en «El Mundo» partía de la base de que «todo el tinglado de la construcción nacional vasca se desmorona sin Navarra. Sin Navarra, no hay masa crítica, ni territorio, ni despensa, ni siquiera justificación racial, ya que es en Navarra donde los historiadores sitúan el solar ancestral de los vascones, y no en Guernica, como les gustaría a muchos. Navarra es la pieza a cobrar». Empieza, pues, en plan cinegético.

Y una vez sentado el pilar fundamental de su reflexión, la iracunda comentarista levanta la voz cuanto puede para sentenciar que «lo incomprensible, lo inexplicable, lo inaceptable, lo lamentable, es que quienes deberían mostrar un frente más compacto que nunca ante este formidable embate anden sumidos en rencillas mezquinas». O sea, algo así como lo de la reunión de pastores y la oveja bajo las garras del lobo feroz. Y San Sebastián, claro está, que la llevan los diablos.

Constatado que «es evidente que Miguel Sanz ha traicionado al PP para venderse al PSN por la poltrona de presidente», Isabel se decide por las grandes palabras: «Cuando el envite es tan sustancial como en el caso que nos ocupa, hay que exigir grandeza de miras e inteligencia a quienes tienen la responsabilidad de representarnos. Navarra no puede írseles de las manos». ¿A que se parece al bando del alcalde de Móstoles el 2 de mayo de 1808?

Y mientras tanto, Iñaki Ezkerra en «La Razón» la emprendía a palucadas con UPN y su flamante nueva candidata a presidirlo. Según el ex presidente del Foro de Ermua, «Barcina es sólo el último síntoma de un partido sumido en una descomposición ideológica que ya empieza a ser física y que no va a retener los votos por un cambio de caras en su dirección. Los que de verdad han resucitado son Santiago Cervera y Jaime Ignacio del Burgo, los expulsados, o sea los que han demostrado tener conciencia de lo que hoy se está jugando en España». ¡Se hunde el Titanic!