Presidenciales en Estados Unidos
Hay que esperar el resultado de las elecciones made in USA
León BENDESKY «La Jornada»
Las elecciones ocurren a la sombra de la fractura de la presidencia de George W. Bush. Terminan estos largos ocho años de gobierno conservador, con un entorno externo marcado por el desgaste de la política exterior y la diplomacia, y con la guerra que se alarga sin perspectivas de un final en Afganistán e Irak.
Internamente, acaba con una profunda crisis económica. La confianza no sólo ha quedado derrumbada en los mercados de crédito y de monedas y en las bolsas de valores, sino en el conjunto del esquema de liderazgo nacional.
El final de la campaña electoral muestra la fuerte división que existe. También permite advertir el desacomodo ideológico que reina, sobre todo, entre las fuerzas más conservadoras del Partido Republicano. De tal forma que a McCain, un político y legislador más convencional, le cuesta un enorme trabajo distanciarse como candidato de las acciones del Gobierno de Bush. En ese entorno, el discurso liberal de los demócratas ha encontrado un espacio que había tenido cerrado por mucho tiempo. Pero falta el resultado de las elecciones. Sólo entonces se podrá pensar en lo que todo esto puede significar para una cada vez más debilitada estructura internacional. Igualmente, se podrá reflexionar sobre lo que representa para México o el resto de América Latina. Hay que admitir que ni uno ni la otra fueron temas de referencia en la campaña. Pero éstos ya no son, necesariamente, los campos pasivos; son sociedades que se mueven y mutan, que exhiben sus propias contradicciones y con diferencias grandes entre ellas. Los discursos políticos, las posiciones que se adelantaron y hasta las abiertas pugnas entre Obama y McCain se concentraron en las disputas internas. Eso es inevitable en una elección y, en especial, en las condiciones en que ésta ocurre. Pero tal vez ahora hay un desplazamiento más evidente en la posición internacional de EEUU que parecía haberse reforzado desde hace casi 20 años con la desaparición de la URSS y del sistema que giraba a su alrededor y, luego, con la agresiva política militar ejercida por el Gobierno de Bush. A este escenario se suma la crisis financiera y la manera en que se supere, con su efecto sobre la estructura económica y el valor del dólar.
El mundo de la unipolaridad es hoy un terreno lleno de conflictos por todas partes del mundo y en el que para nada se pueden señalar acuerdos estables entre las nuevas potencias y, menos todavía, los caminos del progreso social mirado en un sentido amplio y complejo.
Hay aspectos de esta elección que son llamativos. Uno de ellos es el tono del enfrentamiento, sobre todo el de los conservadores contra Obama. Se asocia, dicen, con radicales y hasta «terroristas». No pueden tolerar que hable de redistribución del ingreso.
Cualquier desviación de un esquema ideológico prefigurado desde el poder es populista y odioso. Y si de ecos electorales se trata, qué puede decirse de las posibilidades de fraude, de las cuales se habla abiertamente en muchos estados. Ya pasó en Florida hace ocho años. Una victoria demócrata podría cambiar el panorama del modo de hacer política. Pero esta afirmación debe matizarse de inmediato pues quién sabe en qué espacios, con qué profundidad y con qué duración.