El mal chiste de Unión del Pueblo Napartarra
El divorcio, o al menos suspensión temporal de convivencia, entre UPN y PP obliga a cada uno de estos partidos a construir un discurso propio y diferenciado de su antes socio y ahora rival. Y en este camino veremos no pocas situaciones esperpénticas. Desde el PP, por ejemplo, se presenta ya a UPN como una formación «nacionalista». Este término lo utilizó ayer el senador José Cruz Pérez Lapazarán, uno de los que ha optado por volver al PP. En un artículo de prensa publicado este fin de semana, el diputado Santiago Cervera renunciaba expresamente a llegar tan lejos, pero adjudicaba a UPN otra etiqueta que puede doler aún más a Miguel Sanz y a su equipo debido a su denominación euskérica: la de «napartarra».
Desde la otra parte no se quedan a la zaga. La contundencia con que el Consejo Político del 10 de octubre proclamó que «UPN no es sucursal de ningún partido nacional» no deja de ser otro mal chiste después de diecisiete años asumiendo el ordeno y mando del PP.
La ruptura no sólo obliga a vivir en casas diferentes, sino incluso a coger banderas distintas. UPN se aferra a la roja mientras el PP ondea la rojigualda. Pero ni existe Unión del Pueblo Napartarra ni el Partido Popular de Navarra. Son sólo dos estrategias distintas que empiezan y acaban en un mismo punto: España.