Ariane Kamio Periodista
Mejor verlo detrás de la barrera
No sé si será más fácil hacerlo ahora o más tarde. Quizás sea cuestión de tiempo, aunque no confío mucho en que el simple movimiento de las agujas del reloj vaya a tener ningún efecto sobrenatural. Esa cuestión es la que repiten muchos cuando ven que la desesperación ha cogido carrerilla para embestirte como una vaquilla a un borracho en medio de una plaza de toros repleta de gente. Es entonces cuando te ves ante un cruce de caminos y no te queda otra que «coger la alternativa». O firmas un contrato vitalicio con el alcohol para que sea tu apoderado, o rematas la faena y, como se suele decir, coges al toro por los cuernos.
Siempre hay riesgo de recibir alguna cornada e, incluso, de morir desangrado. Pero eso también tiene su lado positivo: seríamos recordados como grandes toreros, aunque el animal nos hubiese pillado en pleno recorte. A pesar de todo, lo importante, siempre lo importante, es llevar un bonito traje de luces. Y luego, ya se verá.
Lo malo de todo es que mucha gente intenta salir por la puerta grande y encima de algún pobre hombre que se desloma para que la estrella salga lo más alto posible ante los fotógrafos que se pelean por coger la mejor instantánea. Otros salen unos cuantos minutos ante el público, marean al toro un par de veces y le meten la última estocada para conformarse como personajes conocidos, excusa que les servirá para exprimir al máximo una fama de la que nunca ha disfrutado.
Yo, por si las moscas, me decanto por verlos a todos detrás de la barrera. Además, no creo que valiese para torear a nadie y, mucho menos, para hacerlo con arte. Eso que lo hagan los que de verdad saben, los que se esconden conmigo detrás del murete, y hacen sus propias corridas en plazas más modestas. Lo que está claro es que todavía no lo tengo nada claro y que el tiempo a veces sí pasa en balde. De momento, ya tengo apoderado, un tal Johnny Walker. No sé si es escocés o británico, pero hacemos buenas migas y, el día que tome la alternativa, ya veré cómo toreo a la desesperación.