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Crónica | cobertura médiatica sobre Darfur

Una herramienta para favorecer la resolución de los conflictos

No basta con informar y menos de una forma «limitada por intereses políticos». La cobertura mediática de conflictos como el de Darfur debería dar a conocer y analizar sus causas, contrastar las fuentes de información y, sobre todo, provocar un debate que pueda favorecer la resolución de crisis olvidadas como ésta.

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Mirari ISASI

La cobertura mediática del conflicto de Darfur no refleja su complejidad, gravedad y urgencia, sus causas y consecuencias. Para analizar esta cuestión, el Comité Vasco de ACNUR (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados) ha organizado estos días las I Jornadas Internacionales «La crisis en Darfur: Un análisis de la cobertura mediática», cuyo objetivo es dotar a profesionales y futuros periodistas de recursos para mejorar la cobertura del conflicto y ampliar la capacidad de incidencia de los medios de comunicación en la solución de esta crisis.

Bella Mody, profesora e investigadora de la Universidad de Colorado, ha analizado durante cinco años las informaciones publicadas por nueve diarios de EEUU, Estado francés, Gran Bretaña, Sudáfrica, Egipto y China sobre este conflicto y critica el empleo sólo de fuentes gubernamentales, sin recurrir a ONG, organizaciones de derechos humanos y a los propios refugiados, ya que, subraya, «hablamos de terrorismo de Estado y es un error citar sólo al Gobierno».

Tras su estudio, el equipo de investigación ha llegado la conclusión, fundamental, de que las condiciones para una buena cobertura mediática son la participación desinteresada en la crisis -que el Estado al que pertenece no tenga intereses políticos, económicos y comerciales con el país sobre el que se informa- y la falta de miedo de molestar a las autoridades del país en cuestión.

Constata que en pocas ocasiones se ha informado de las causas históricas de discriminación política y económica, que fueron el origen del conflicto de Darfur en febrero de 2003, aunque su gestación data de era británica. Algunos situaron su origen en luchas entre tribus, mientras otros hablaron del cambio climático y la desertización. En su opinión, «la prensa occidental podía cubrir la información desde una perspectiva humanitaria, pero si hubiera cubierto sus causas desde el punto de vista político y económico, quizá para Bush hubiera sido imposible ignorar esta crisis».

Y censura Mody a quienes conociendo la situación de forma precoz, le prestaron poca atención y no informaron exhaustivamente sobre ella «por miedo a molestar», lo que, a su juicio, «es un desalentador papel periodístico, limitado por los intereses políticos».

Recomendaciones

El estudio hace referencia también a la cobertura mediática en la medida en que ayuda a remediar una situación y asegura que «interesa saber si EEUU, como único poder mundial tras la caída de la URSS, tiene voluntad de actuar sobre lo que está ocurriendo en Darfur. La razón de la falta de actuación no es la falta de conocimiento sino la falta de voluntad política».

Menciona a la periodista Samantha Power, que ha analizado la cobertura de los genocidios del siglo XX y ha concluido que los gobiernos son tremendamente lentos para concretar qué se necesita para detenerlos. En este sentido, considera fundamental, por parte de los medios, «concretar el genocidio, subrayar las actuaciones necesarias para detenerlo y avergonzar a los gobiernos para que pasen a la acción».

En su caso, Bella Mody pide a los periodistas que planteen preguntas estratégicas, provoquen una forma de pensar y un debate sobre las formas específicas de prevención, para lo que demanda reporteros formados y especializados, que no se limiten a «considerarse un espejo que sólo refleja lo que ocurre».

«Hay que provocar -asegura-. Las noticias son simplemente una forma de influir, aunque la intervención es siempre una opción política. Incluso si fuésemos los mejores, eso no garantiza la intervención de un país, que lo hará siempre en función de sus propios intereses».

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