Raimundo Fitero
Mala escuela
Para confeccionar las parrillas televisivas, el tamaño no parece importar. Procuro pasearme por las televisiones locales de allá donde se encuentra mi mando a distancia, y he llegado a la conclusión de que el modelo imperante es único, y que una televisión local, o vecinal, lo que hace es copiar el esquema programático de las regionales, las estatales o las globales. Colocados ante la novedad tecnológica del apagón analógico y la difusión por TDT, sería el momento de que, por lo menos, se planteara alguien una alternativa, por pequeña que fuera.
Se puede entender que los formatos no se experimenten en las televisiones generalistas comerciales, por lo tanto, conforme se baja en la escala de tamaño, de incidencia y de cobertura, deberíamos encontrar las novedades, los casos curiosos, la búsqueda de otras audiencias que existen, aunque vivan totalmente marginadas o enganchadas al ordenador que es un buen suministrador de materiales de entretenimiento audiovisual. La saturación de programas calcados, de formatos caducos no puede generar ni nuevos públicos ni siquiera nuevos anunciantes, porque el personal huye de lo mal hecho, por mucho que se mantenga la teoría de que se busca la información más cercana, cuando ésta está tan mal servida, es difícil aceptarla sin más.
La noche del pasado jueves en el espectro del centro de Bilbao, la sensación fue de haber caído en un abismo, de estar ante un estilo cutre, pedorro de entender el espectáculo televisivo, como si al otro lado solamente existieran miembros de un club de idiotas engominados o de habitantes de un planeta muy lejano y con purpurina. Lo que me cortó la respiración era comprobar que se trata de una mala escuela que ya ha infectado hasta la propia ETB. O que proviene de ella. Por lo que el asunto no es un arrebato o un mal momento sino de algo que corroe con mayor eficacia. Si esa es la televisión del futuro, la televisión está acabada. Y decirles a programadores, presentadores, empresarios y subvencionadores que los que miramos tenemos bastantes posibilidades de sentirnos tratados como personas humanas con el don de la inteligencia. ¿Por qué nos odian?