Maite SOROA | msoroa@gara.net
A ELA le pasan la factura
Elorrieta ha puesto punto final a veinte años de andadura al frente de ELA y a los sectores más reaccionarios de la opinión publicada en estos pagos les ha parecido el momento de ajustar cuentas con la dirección saliente y marcarle el paso a la entrante.
Ayer en «El Correo Español» y «El Diario Vasco» advertían que «ese sindicato, hoy, no tiene nada que ver con el que empezó a dirigir hace veinte años José Elorrieta, ni por dimensión, ni por estrategia, ni por ideario». Ya empiezan a asomar la patita. Según los editorialistas del Grupo Correo, «frente al moderno de sindicalismo enfocado hacia la defensa de los intereses de los trabajadores por la vía del diálogo y del consenso, ELA ha evolucionado hacia la confrontación, en lo estratégico, y hacia una clara politización, en lo ideológico». Hasta el punto, además, de convertirse, según los voceros de Neguri, en «un perturbador agente político, asumiendo un papel destinado a los partidos democráticamente elegidos y adjudicándose una representatividad que no le corresponde». ¿Le corresponde al editorialista?
La línea motriz aprobada por el XII Congreso, supone, según el escriba de los Ybarra y cía. «una persistencia en la negativa estrategia del enfrentamiento constante que sigue acompañando y arropando a su maximalismo político y sindical».
Ya ven el tono que va tomando la cosa con el paso de las líneas. El final de la pieza es, como siempre, la lección que debe aprender el aludido, en este caso Txiki Muñoz: «Los 110.000 afiliados de ELA y sus cerca de 8.000 delegados son un poder enorme en manos de un sindicato. Una ingente capacidad para influir en la sociedad que apela a la responsabilidad de sus dirigentes para que abandonen comportamientos disgregadores en lo laboral y fraccionadores en los político. En momentos de crisis económica, la sensatez y la disposición al acuerdo son elementos primordiales. Y ELA podría ser un valioso elemento de cohesión socioeconómica si recondujera su deriva radical y un importante factor de normalización si modulara su obsesión soberanista».
Josetxu Elorrieta debiera estar más que orgulloso.