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Eduardo Renobles historiador

De San Andrés a Euskal Herria

Hoy se celebra en Euskal Herria el día de San Andrés, fecha que vivirán con especial intensidad en las filas ekintzales, de nuevo ilegalizadas como en el franquismo. El autor aprovecha la efemérides para disertar sobre la política de ilegalizaciones del Gobierno español y para aclarar algunos aspectos sobre la génesis e historia de la selección de fútbol de Euskal Herria.

Hemos llegado a finales de noviembre y a una fecha bastante emblemática para todos los nacionalistas vascos como es el día de San Andrés, Ander Deuna, fiesta en numerosas localidades y símbolo permanente para liberales de toda índole, ya que no deberíamos olvidar que, ese día de 1930, apareció en el Casco Viejo bilbaino el documento conocido como Manifiesto de San Andrés, primera proclama abertzale con contenidos ajenos y más progresistas de los que Sabino Arana había expresado en sus formulaciones ideológicas.

Este año tal aniversario, especialmente para los militantes de ANV, resultará amargo y contradictorio, porque lo celebrarán como ilegalizados por la justicia española. No es nada nuevo para los afiliados ekintzales; sufrieron tal desventura durante más de treinta y nueve años debido a la imposición franquista. Cambiamos de comportamientos, de estímulos sociales, de intereses, de mentalidad, incluso de siglo, pero para ANV las cosas parecen no modificarse demasiado. Mantienen una lucha constante contra la incomprensión de muchos. Si en 1931 les denominaban los «Sin Dios» o les acusaban de haberse vendido al Gobierno republicano español olvidando su identidad abertzale, hoy les imputan ceder sus siglas a ETA, así, directamente, por más que no aparezca el acta notarial de tal hecho. Se da por supuesto. Dos más dos cuatro, no falla.

Incluso les dan lecciones de actuación política, pues ya saben lo que tienen que hacer para participar en el entramado jurídico-institucional en el que nos hallamos insertados. Lo hace una persona, además, que se deja fotografiar delante de una gran instantánea deportiva donde aparecen jugadores de fútbol del Athletic y de la selección de Euzkadi.

Este enlace nos lleva a otro tema controvertido de estos días: la polémica entre Euskadi / Euskal Herria.

El dirigente político antes señalado, modelo de elocuencia, sosiego y erudición, parece olvidar, tal vez sólo obviar, que a su espalda no sólo se retratan jugadores de fútbol, si no también militantes políticos. El Athletic de aquellos años republicanos tenía en su plantilla notorios afiliados ekintzales, entre otras ideologías. Además, este señor político olvida/desconoce/tergiversa, el origen de la selección de Euzkadi de fútbol.

Gustosamente se lo explicaré a él y a todo el que interese esta lectura.

La situación en la Euzkadi autónoma y sitiada de 1937 era angustiosa en todas sus múltiples formas. Bombardeos de la potente y aguerrida aviación nazi que llevaban la desolación, tragedia y desamparo a los pueblos de Bizkaia. La falta de armamento antiaéreo y aparatos propios les daban un dominio absoluto del cielo. Cuando caían las bombas no quedaba más que rezar y esconderse. A ello se sumaba el hacinamiento por la presencia de tantos refugiados, el hambre, las penurias y enfermedades, el frío, la falta de casi todo lo más elemental.

Intentando paliar un tanto la situación, el Gobierno de Agirre lanza una campaña Pro-avión para Euzkadi. Se trataba de recolectar dinero entre la gente del pueblo para poder comprar siquiera un avioncito que protegiera algo a la indefensa población que se hacinaba en torno a Bilbo, ya que desde el Gobierno republicano apenas existía respuesta en este campo. Al unísono se pretendía reunir fondos para sacar de la ratonera en la que se había convertido Bizkaia a todos los menores de edad que fuera posible para ponerlos a salvo; se les conocerá como los niños de la guerra.

Se pensó que la mejor forma de impulsar la campaña sería celebrar un evento deportivo en San Mamés. Ya se sabe, ante las penurias bueno es el pan y circo. Al menos durante un rato se olvidarían las privaciones cotidianas. Era el 7 de febrero, un día gris que encajaba con el escenario.

Y así se organizaron dos equipos de fútbol. Uno, vestido con elástica blanca representaba al Eusko Gudarostea, es decir, al Ejército Vasco, la mayoría afiliados nacionalistas de diferentes tendencias: PNV, Jagi-jagi, mendigoxales...

El otro vestía de rojo, como el color de la bandera del partido que representaba, Acción Nacionalista Vasca. Cabe asombro en que una pequeña formación abertzale y republicana tuviera la misma fuerza que el conjunto del ejército resistente vasco. Pero ahí estaba. Por los blancos formaron: Izpizua de portero; en la defensa Pablito y Areso (sólo dos, en aquella época se primaba el juego de ataque); en la media participaron Zilaurren, Soladrero y Zubieta; como delanteros saltaron al campo Larrondo, Unamuno, Gurrutxaga, Mandaluniz y Gorostiza.

El equipo rojillo de ANV alineó a Egia como cancerbero; Euskalduna y Ahedo como defensas; en la media salieron Ramón, Markuleta y Kuki Bienzobas; en punta pisaron el césped de San Mamés Rejón, Iraragorri, Langara, Bata y Oiaeder. El árbitro fue un apellido conocido en estas labores, Eduardo Iturralde. Ganó el equipo de ANV por 7 goles a 5 (Langara 4 -¡quién los pillara ahora!-, Iraragorri 2, y Rejon 1).

San Mamés se abarrotó de ávidos espectadores. El Lehendakari pronunció unas palabras: «Un pueblo que demuestra el entusiasmo, la fe inquebrantable en el triunfo, la disciplina, como el nuestro, no puede ser vencido nunca», dijo.

No se compró el avión y los fascistas siguieron siendo dueños del cielo y la tierra hasta la derrota final, pero el partido fue el comienzo de una idea que se desarrollaría meses después, retomando una experiencia ya ensayada la década anterior con escaso éxito: crear una selección de fútbol que en su ámbito deportivo sirviera de embajador político de los vascos. Y, sí; en aquel momento se denominó Euzkadi.

Cuando, tras la muerte de Franco, se pensó en un cambio y una ruptura con el inmediato pasado, se retomó la idea y se llamó Euskadi. Ambos apelativos hacían referencia a lo que se sentía en aquellos momentos. En los actuales, una y otra denominaciones se hallan vacías de contenido. No vamos a buscar culpables, sólo constatar una realidad. Ya que Euskadi es tomado como sinónimo de Comunidad Autónoma Vasca, Euskal Herria es la denominación que se acepta generalmente para denominar la tierra de los vascos, excepto por aquellos que hacen bandera de su proyecto político. Porque si al proyecto político del PNV se le llama Euskadi (Urkullu lo ha dicho), ¿hay que denominar a nuestro equipo de fútbol como al proyecto político del PNV? ¿O lo debemos designar como se llama este país?

A finales de este noviembre andamos con estas cosas. Así somos, de un gramo de mineral hacemos veta, de veta queremos convertirnos en exportadores y, como exportadores presuntamente importantes, nos sentimos en la tesitura de incluso dar lecciones.

San Andrés es un santo bastante más abertzale que otros (me acuerdo de Iñigo de Loiola sin ir muy lejos) y este país se llama Euskal Herria. Y, como aquellos que no celebran los cumpleaños públicamente para no darse bombo, ANV se fundó hace 78 años en un ambiente de esperanza. Volviendo los ojos a esa esperanza, pensaremos que aún tendremos espacio para regocijarnos en un futuro, esperemos que no demasiado lejano.

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