Las Fuerzas Armadas indias dieron ayer por finalizada la operación militar puesta en marcha tras la cadena de atentados y ataques que sacudieron Mumbai el miércoles. Los comandos especiales lograron entrar en el lujoso hotel Taj Mahal sesenta horas después de que un grupo de hombres fuertemente armados tomara el control del establecimiento. Los bomberos, mientras, trataban de sofocar las llamas supuestamente provocadas por el lanzamiento de granadas de mano por parte de militares indios. En su interior permanecían tres atacantes que fueron abatidos. Los medios que tuvieron acceso al interior del hotel remarcaron «la intensidad de la batalla», visible en la rotura de cristales, en los charcos de sangre y en los agujeros de bala. De algunas de las ventanas, además, todavía continuaban colgadas las sábanas que los huéspedes ataron para poder huir. Ayudados por perros, los militares registraron el Taj Mahal habitación por habitación. A última hora del viernes, las tropas de élite pusieron fin al asalto al hotel Trident-Oberoi, también de cinco estrellas, y al seminario judío Nariman House.

El último balance de víctimas mortales ascendía a 195, mientras que otras fuentes hablaban ya de más de 200 muertos. La cifra final podría aumentar en las próximas horas ya que los servicios de emergencia seguían encontrando cadáveres en las habitaciones de los hoteles.

Entre los fallecidos, hay por el momento 22 extranjeros. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel informó que, al menos, seis ciudadanos israelíes, incluido el rabino Gabriel Hotlzberg y su esposa, murieron en Nariman House, y otros dos en circunstancias no esclarecidas.

Aunque el mismo miércoles un desconocido grupo islamista autodenominado Deccan Mujahidin reivindicó la autoría de los atentados, las autoridades indias mantienen la tesis de que los responsables tenían vínculos con la vecina Pakistán. En rueda de prensa, R.R. Patil, ministro de Interior del Estado de Maharastra, cuya capital es Mumbai, afirmó que los atacantes, que cifró en diez, recibieron «instrucciones desde el exterior por medio de teléfonos móviles vía satélite». «Ya sabéis desde qué país», subrayó en alusión a Pakistán. Añadió que entraron en India en barco y desembarcaron en la costa del barrio de Colaba, donde cogieron un taxi.

Al parecer, el único detenido, identificado como Mohammad Ajmal Qasam -procedente de la localidad paquistaní de Faridkov-, dijo pertenecer al movimiento Lashkar e Toiba, con base en Pakistán y que reclama la independencia de Cachemira. Este grupo ha negado cualquier implicación en los ataques.

El presidente pakistaní, Asif Ali Zardari, aseguró que adoptará «estrictas acciones si se prueba la participación de cualquier paquistaní». El titular de Exteriores, Shah Mehmud Qureshi, instó a India a no hacer acusaciones sin evidencias.