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CRíTICA cine

«Leonera»

Mikel INSAUSTI


Pablo Trapero ha perdido fuerza expresiva y originalidad creativa con respecto a sus dos primeras películas, las nunca suficientemente ponderadas «Mundo grúa» y «El bonaerense». Hay gente a la que le sienta bien madurar y tener familia, pero al argentino su nueva etapa le ha vuelto algo más conservador, y eso se nota en el evasivo e idealizado final de «Leonera». Es un desenlace que propone una huida en todos los sentidos, dejando atrás el problema planteado a lo largo de la narración, como si le faltaran arrestos para encararlo de otra manera más directa y comprometida. El debate de la maternidad en la cárcel queda abandonado a su suerte, sin que el espectador tenga una visión más completa al salir de la sala que cuando entró en ella. Está muy bien que la madre luche como una leona por permanecer junto a su hijo, incluso durante la privación de libertad, pero no basta con que la mujer y el niño sean inseparables, ya que existen otras implicaciones sociales que no se pueden pasar por alto. ¿Es justo que un menor crezca en presidio para que prevalezca el vinculo maternofilial?

La falta de respuestas y la sensación de escapismo parecen ajustarse al perfil psicológico del personaje de Martina Gusman, que apenas habla y se la ve como desbordada por los acontecimientos. Nunca sabremos si es deliberado o se debe a sus limitaciones interpretativas, ya que la mujer de Trapero no es lo que se dice una actriz. También pudiera ser en el guión algo hereditario, porque la cantante Elli Medeiros encarna con igual parquedad a la abuela del niño. Menos mal que las secundarias, encabezadas por una fascinante y entregada Laura García, resultan mucho más cercanas y comprensibles.

 

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