Un año después de la suspensión de la edición de 2008 del Dakar, tras las advertencias de Al Qaeda, llega la nueva versión del rally más famoso y polémico del planeta. Creado en 1979 por Thierry Sabine, el piloto se inspiró en su propia experiencia cuando se perdió en el desierto para idear una competición de espíritu aventurero que terminó convirtiéndose en un lucrativo negocio con tremendas consecuencias para los lugares africanos incluidos en el itinerario. El originario París-Dakar, que posteriormente repartiría sus salidas por distintas ciudades europeas como Granada, Marsella, Barcelona o Lisboa, ha estado acompañado desde sus inicios de un innegable aire luctuoso. El propio Sabine, el fundador, falleció al estrellarse el helicóptero en el que seguía el desarrollo de la prueba junto a otras cuatro personas. Diecisiete participantes, la mayoría en moto, murieron mientras competían. El número de fallecidos ajeno a la carrera es todavía mayor. Niños atropellados, mujeres -el principal sostén de África- arrolladas por vehículos a toda velocidad son la realidad de un deporte-diversión ideado por habitantes de los países ricos para practicarlo en terrenos de juego exóticos, hermosos y económicamente desfavorecidos. Los daños colaterales del rally no se contabilizan, así que ni se sabe los animales que se han quedado en el camino por no hablar de los perjuicios medioambientales y del impacto social de un circo publicitario que no repara en gastos.

Pese a la oposición de los afectados, organizaciones ecologistas, sindicales o ONGs, que desde hace unos cuantos años han abogado por la suspensión de la caravana contaminante, ésta continúa. De momento, África se ha librado aunque quizás por poco tiempo. No hay más que oir a los pilotos para percatarse de sus preferencias.

El gigante cruza el charco y cambia de escenario. Es el turno de Argentina y Chile, con Buenos Aires como punto de partida y de retorno. Serán 557 inscritos: 279 motos, 194 coches y 84 camiones los que tomarán parte en el estreno sudamericano, a los que hay que sumar 60 vehículos de la organización y casi otros tantos destinados al personal de medios de comunicación. Lo que comenzaron un centenar de participantes agrupa en la actualidad a 1.300 pilotos, algunos profesionales del motor, aunque en la historia de la carrera han abundado deportistas de especialidades tan dispares como el esquí o la natación, así como miembros de la jet monárquica y política.

«Después de 100 días de reconocimientos, el equipo deportivo propone a los competidores que se evalúen en más de 9.500 kilómetros 100% Dakar incluyendo 5.650 kilómetros de especial. Dunas, fesh fesh, caminos que se pierden en el horizonte, montañas... todos los ingredientes están aquí para recordar que la llegada a Buenos Aires el 17 de enero, se merecerá. Las llanuras de la Patagonia, el desierto de Atacama o el paso de la Cordillera de los Andes, todo en pleno verano austral, van a constituir un marco ideal para probar las calidades de resistencia de los pilotos inscritos en el Dakar 2009», aseguró el jefe Etienne Lavigne durante la presentación.

Atacama y Patagonia

Lo que él considera «una aventura humana, una aventura extrema» se ve como una auténtica amenaza humana y ecológica en Argentina y Buenos Aires. Los pequeños pueblos del árido desierto de Atacama y los paisajes de la Patagonia corren peligro. Se han dado cuenta a la primera de que no habrá ventajas turísticas, tal y como defienden algunos medios de comunicación. Los equipos participantes se autoabastecen, lo traen todo de casa. Además a la hora de pisar el acelerador, que de eso se trata, no van a poner reparos en destruir lugares arqueológicos como cementerios indígenas con 12.000 años de antiguedad si están en su camino.