Ya han dado la vuelta al mundo, al globo y al sistema solar unas cuantas millones de veces. En todas las pantallas a nuestro alcance las podemos ver y apurar nuestra mirada para encontrar algún fallo, un montaje, una desviación. Pero no, los zapatazos a Bush parecen fruto de una circunstancia muy meditada, y se han convertido en una metáfora bastante buena para los usuarios de vías de comunicación más sencillas. Nos da el título, nos da el impulso, y solamente le ponemos un pero. Por favor, amigo y espejo donde fijarnos Muntazer al Ziadi, no insulte usted a los perros, por favor. Llámele simplemente Bush, no hace falta nada más, ya que encierra en sí mismo todos los insultos que hasta la fecha se han inventado en todas las lenguas, religiones y culturas. La reacción inmediata de cien abogados para hacerse cargo de su defensa jurídica, la rápida e incuestionable reacción de la cadena donde trabaja exigiendo su libertad inmediata, la extensión de su acción en forma de concomitantes expresiones similares con zapatos como herramienta e icono de la protesta nos hacen aventurar un futuro excelente tanto para el periodista como para su prez, y no nos cabe la menor duda de que se trata de una de esas imágenes para la Historia. De aquí unas decenas de años, esta imagen, bien fija, es decir con la finta de Bush, o en la secuencia entera, se ofrecerá en resúmenes de todo calado, formando parte de los grandes momentos de la historia. Estamos, pues, ante el zapatazo más importante después de aquel otro zapatazo en la ONU cuando la guerra fría estaba más caliente. Los tontos siempre se fijan en el dedo en vez de mirar a la luna, y los redactores de los medios que siguen las consignas sin apenas pestañear, nos indican que de este hecho, lo que cabe resaltarse en la capacidad de reflejos de Bush. Hasta de su sentido del humor. Bueno, podríamos admitir que esa cara de idiota es un signo de humor, pero más me parece que su despedida de Irak, justamente en el día que se conoce alguna de la parte escandalosa de lo que han robado sus amigos (los de Bush), solamente se puede superar con unas dosis de cinismo que le pongan al borde de lo catatónico.