«Los esclavos olvidados» de Tromelin recobran la memoria
Una segunda campaña de excavaciones arqueólogicas ha ofrecido nuevos datos sobre «los esclavos olvidados» de Tromelin. En 1761, L´Utile, el barco negrero bayonés que los transportaba, naufragó y quedaron abandonados en un pequeño islote inhóspito. Los especialistas que han participado en las tareas de investigación afirman que estas personas tuvieron que partir casi de la nada para recrear una sociedad en un ambiente marítimo «tremendamente hostil».
Martin ANSO | DONOSTIA
Una nueva campaña de excavación arqueológica ha aportado más datos sobre la tragedia de «los esclavos olvidados», aquellos que, en 1761, tras el naufragio de L'Utile, el buque negrero de Baiona que los transportaba, quedaron abandonados a su suerte en Tromelin, un islote inhóspito. Éste es un islote de apenas un metro cuadrado situado a unos 500 kilómetros de Madagascar y otros tantos de Reunión. Además de por tortugas y abundantes aves marinas, sólo está habitado por las tres personas que se ocupan de la estación que Météo France instaló allí en el año 1954. Entre el 27 de octubre y el 1 de diciembre, sin embargo, ha acogido también a diez especialistas del Groupe de Recherche en Arqueologie Navale (GRAN), desplazados a ese remoto punto del Océano Índico para excavar en busca de testimonios de la robinsoniana historia de sesenta malgaches abandonados en 1761 por la tripulación de L'Utile, un negrero de Baiona. No ha sido la primera vez, pues ya en 2006 tuvo lugar una campaña similar, que permitió que «los esclavos olvidados» empezaran a desvelar cómo subsistieron durante años en un islote donde, por no haber, apenas hay vegetación capaz de proporcionar sombra para refugiarse de los intensos rayos del sol.
Aunque el informe definitivo sobre los resultados de esta segunda campaña tardará todavía un tiempo en ser publicado, el equipo de investigación, encabezado por el especialista Max Guérout, ha hecho público ya un primer avance (www.archeonavale.org/Tromelin/). En él, destaca el hallazgo de un conjunto de tres edificios construidos a base de bloques de coral que sorprenden por sus dimensiones y, más concretamente, por el espesor de sus muros, que oscila entre el metro y el metro y medio. Destaca también el hallazgo de cerca de 400 objetos de uso cotidiano, muchos de ellos metálicos, trabajados a partir diversos materiales- como chapas y clavos- recuperados del naufragio de L'Utile.
Adaptación y supervivencia
Los especialistas no dudan de que estos elementos dan testimonio de «una organización estructurada y una gran capacidad de adaptación». Es decir, confirman la impresión que obtuvieron tras el desarrollo de la primera campaña de que los esclavos náufragos no fueron «personas que se rindieron ante el infortunio, sino personas que, con orden y método, trataron de sobrevivir» en un espacio de difíciles condiciones. Hay que tener en cuenta que estas personas, que probablemente ni siquiera se conocían entre sí antes de ser esclavizadas y embarcadas, procedían del altiplano de Madagascar, donde la altitud media es de 1.200 metros. Es decir, «tuvieron que recrear una sociedad partiendo casi de la nada, en un ambiente marítimo que, además de tremendamente hostil, les era desconocido».
Un ejemplo rotundo de su capacidad de adaptación es el de los edificios que construyeron. Mientras en su Madagascar de origen los construían ligeros, con elementos vegetales, en Tromelin los hicieron bien consistentes a base de bloques de coral. No en vano, el islote se ve periódicamente azotado por ciclones. «Ésta -subrayan los arqueólogos- es una muestra de adaptación práctica, pero también de adaptación cultural e incluso psicológica. Frente a la adversidad y una vez pasada la conmoción inicial, allí se creó una pequeña sociedad que en todo momento permaneció organizada, desmintiendo así rotundamente a quienes, esclavizándolas, habían negado a aquellas personas toda humanidad».
Quizá el símbolo más evidente de esa organización es el fuego, que permaneció encendido ininterrumpidamente durante quince años, alimentado con madera procedente del naufragio. Esta permanencia, de la que había constancia a través de documentos de la época, fue ratificada por los especialistas del GRAN gracias a los hallazgos que realizaron en la campaña de 2006. En aquella ocasión también encontraron sumergidos los restos de L'Utile; anclas, artillería, lastre..., así como, ya en tierra, algunos muros, aunque nada permitía vaticinar que terminarían desenterrando edificios de la envergadura de los que han encontrado ahora.
Lo que no encontraron, a pesar de sus reiterados intentos, fueron las tumbas. Tampoco lo han hecho en esta ocasión, aunque sí han dado con huesos de dos personas diferentes, pero no en el lugar donde fueron originalmente sepultadas, sino desplazados, algo que, probablemente, se produjo durante la construcción en 1954 de la estación meteorológica. Los arqueólogos creen que el resto de los enterramientos pueden estar bajo los cimientos de ésta.
Aunque fuera de lugar, los huesos hallados van a tener un importante papel a la hora de determinar si los náufragos sufrieron de plumbismo. La sospecha está motivada por el hecho de que, entre los objetos hallados, figuran recipientes de plomo que, al parecer, se emplearon para almacenar el agua potable. Las campañas del GRAN en Tromelin forman parte del proyecto de investigación «L'Utile, los esclavos olvidados», apadrinado por la UNESCO dentro del programa «La Ruta del Esclavo». Este programa es el fruto de una propuesta de Haití y países africanos que la Conferencia General de la UNESCO hizo suya en 1993. Tiene el objetivo de contribuir, especialmente a través de trabajos científicos, a «romper el silencio» que existe en torno a la trata de esclavos y, a la vez, a arrojar luz «de manera objetiva» sobre sus consecuencias y las interacciones entre los pueblos de Europa, Africa y América implicados. En ese sentido, «Tromelin no es sólo un magnífico yacimiento arqueológico, sino también un lugar de memoria como pocos», advierte Max Guérout.
Vascos en el tráfico negrero
Entre los siglos XVI y XIX, entre doce y quince millones de africanos fueron esclavizados y transportados a América como fardos. Aquel comercio fue impulsado por portugueses, británicos, holandeses... y, por supuesto, también por vascos de uno y otro lado del Bidasoa. Todavía en el siglo XIX, cuando el tráfico transoceánico había sido prohibido, algunas fortunas cuyos ecos llegan hasta nuestros días se levantaron en parte sobre la trata de esclavos. Es el caso de la de José Matía o la de José Antonio Ibarra. También el de la de Julián Zulueta, quien, además, como hombre emprendedor e innovador que era, fue el primero en transportar a Cuba chinos, en sustitución de los esclavos africanos, cuyo suministro era cada vez más complicado. La historia de L'Utile sirve para llamar la atención sobre el hecho de que también Euskal Herria cuenta con un pasado esclavista, aunque hasta ahora haya sido poco estudiado e incluso deliberadamente soslayado en cierta ocasión.
Tripulación mutlinacional
L'Utile era una embarcación de tres palos y 800 toneladas de desplazamiento construida en Baiona entre 1758 y 1759. Fletada por la Compañía de las Indias Orientales, zarpó de la capital laburdina el 17 de noviembre de 1760. Tras recalar en Pasaia, donde terminó de armarse, partió hacia el Índico, con el capitán Jean de Lafargue al mando de una tripulación constituida por unos 150 hombres. El genealogista Bernard Harnie-Cousseau ha constatado que entre ellos abundaban, lógicamente, los vascos, la mayoría de Baiona, pero también de Bilbo, Lekeitio, Ezpeleta, Baigorri o Angelu. No obstante, tal y como era y es usual en la mar, era una tripulación multinacional y en ella había también holandeses, españoles o bretones.
L'Utile tenía expresamente prohibido traficar con esclavos, pero, tan pronto como llegó a Madagascar, llenó sus bodegas con ellos y se dirigió a Mauricio. La noche del 31 de julio de 1761, naufragó en aguas de Tromelin. La tripulación y sesenta de los esclavos -el resto, un número indeterminado, se ahogó en las bodegas- pudo ponerse a salvo en el islote. En aquella situación, el capitán Lafargue hizo preparar una embarcación de fortuna, en la que zarpó toda la tripulación, rumbo a Mauricio. Atrás quedaron los malgaches, con algunos víveres y la promesa de que regresarían en su busca.
No sería hasta quince años después, en 1776, cuando el caballero de Tromelin, que terminaría dando nombre al islote, llegó allí al mando de la corbeta La Dauphine y pudo rescatar a ocho supervivientes: siete mujeres y un niño de ocho meses..
En el contexto del Hexágono, Baiona, fundamentalmente por las limitaciones de su puerto, no alcanzó, ni mucho menos, la importancia de Nantes o Burdeos en el tráfico de esclavos. Aún así, el especialista Jean Mettas ha documentado nueve expediciones esclavistas organizadas desde Baiona en el siglo XVIII, sin contar las abiertamente ilegales, como la de L'Utile.
El equipo de investigación destaca el hallazgo de un conjunto de tres edificios construidos a base de bloques de coral que sorprenden por sus dimensiones y, más concretamente, por el espesor de sus muros.
«Frente a la adversidad, y una vez pasada la conmoción inicial, se creó una pequeña sociedad que en todo momento permaneció organizada, desmintiendo a quienes, esclavizándolas, habían negado la existencia de esas personas».
L´Utile tenía expresamente prohibido traficar con esclavos pero, tan pronto como llegó a Madagascar, llenó sus bodegas con estas personas y se dirigió rumbo a Mauricio. La noche del 31 de julio de 1761, naufragó en las aguas de Tromelin.
La historia del naufragio de L´Utile sirve para llamar la atención sobre el hecho de que también Euskal Herria cuenta con un pasado esclavista, aunque hasta ahora haya sido poco estudiado e, incluso, deliberadamente soslayado.
Los huesos hallados van a tener un importante papel a la hora de determinar si los náufragos sufrieron plumbismo ya que, entre los objetos hallados, figuran recipientes de plomo que podrían haberse utilizado para almacenar el agua.