MUNDUA 2009
Cambios en el tablero de las grandes potencias
El nuevo año arrancará con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, todo un síntoma de la crisis en la que navega EEUU mientras Rusia trata de blindar su recuperada aureola de potencia regional y China asciende inexorablemente hacia la cúspide internacional.
Dabid LAZKANOITURBURU
El devenir internacional no conoce de años ni de órbitas alrededor del sol. Menos aún los cambios geopolíticos, que se asemejan a movimientos tectónicos, a colisiones de placas, prácticamente indetectables las más de las veces y que en contadas ocasiones se convierten en seísmos.
El año nuevo que comienza consolidará tendencias que se vienen apuntando cada vez con más fuerza en los últimos tiempos; confirmará la creciente presencia de nuevos actores en el tablero internacional y servirá para ir situando a cada cuál en su posición real en la arena mundial.
Un imperio en declive
Barack Obama será investido el 20 de enero, convirtiéndose en el primer negro en sentarse en la cabecera del Despacho Oval. Su fulgurante ascenso a la todavía cúspide del poder mundial ha marcado el año político que termina, y el grado de cumplimiento de las enormes expectativas generadas por su candidatura concentrará buena parte de las miradas en 2009.
El senador por Illinois irrumpió en el panorama enarbolando la bandera de la oposición a una guerra, la de Irak, que se ha convertido en un lastre para EEUU. Venció luego con rotundidad en las presidenciales cabalgando sobre la ola del estallido de una crisis económica larvada en los últimos lustros.
El mensaje de regeneración del país, de refundación de los Estados Unidos de América siguiendo la estela de Abraham Lincoln, le ha venido a Obama como anillo al dedo en un contexto de crisis general -política y económica- de la primera potencia mundial.
La obamanía generada tanto dentro como fuera de las fronteras de EEUU ha ocultado las razones y el alcance de una operación, la elección de Obama, orquestada desde «el establishment americano». Que este último haya optado por un político negro -algo insospechado hace sólo unos meses- da la medida de la urgencia del país, que asiste a un lento e inexorable declive.
Con la perspectiva que dan los años transcurridos, puede decirse que Ronald Reagan fue el último presidente de unos EEUU en plenitud de facultades imperiales. Desde entonces, el mundo ha asistido a unas presidencias que han tratado de ocultar la creciente debilidad interior con diversas aventuras belicistas. Los ocho años de George W. Bush, iniciados con el duro golpe de los ataques del 11-S, han sido el colofón de esta huida hacia adelante.
Un imperio debe poder mostrar suficiente capacidad para imponerse en cualquier escenario. Pero, a la vez, debe tener la suficiente inteligencia para no caer en la trampa de hacerlo sin calcular las consecuencias. Es lo que le ocurrió a EEUU en Irak y lo que lleva camino de repetirse, multiplicados los riesgos, en Afganistán.
En este escenario, EEUU presenta unos índices de desarrollo humano, e incluso de infraestructuras, que lo acercan más a lo que se ha dado en llamar el «Segundo Mundo». El drama del Katrina y la incapacidad de refundar la ciudad de Nueva Orleans, que más de tres años después sigue sufriendo los efectos del huracán, revela como pocas imágenes la vulnerabilidad estadounidense.
A ello hay que sumar los pésimos presagios que que sobrevuelan una economía en estado comatoso tras el estallido de la burbuja financiero-inmobiliaria. Una crisis que puede ser la puntilla para una industria, la estadounidense, que vive una grave enfermedad en los últimos lustros y que agravará el déficit público estadounidense, que sigue en pie gracias a la adquisición masiva de deuda por parte de China y de Japón.
Muchos retos para Obama
En este contexto, todo apunta a que Obama comenzará por intentar arreglar el desaguisado que tiene en casa, promoviendo salidas proteccionistas, que son a la postre las que defiende el estadounidense de a pie.
Junto a ello, la inminente nueva Administración ya ha anunciado que espera cerrar el denostado centro de torturas de Guantánamo para 2010. Un plazo de dos años en los que el equipo de Obama deberá solucionar el desaguisado dejado por su antecesor.
Con la decisión ya firme de abandonar el empantanado teatro iraquí -no se pueden descartar peligrosos sarpullidos en un país devastado económica y políticamente-, Afganistán y el vecino y convulso Pakistán se perfilan como los grandes retos de la Presidencia de Obama. Tanto su discurso de campaña como el perfil continuista de su Administración -con un Robert Gates que repite al frente del Pentágono- invitan a pensar que EEUU responderá manu militari al desafío afgano. No se descarta, en paralelo, un intento de atraerse a algunas facciones locales -al estilo de la estrategia seguida por Gates en Irak- en un intento de dividir a la resistencia.
La masacre diaria de palestinos en Gaza que acapara los medios informativos este fin de año -la impunidad israelí se da la mano con la complicidad occidental- y el silencio de Obama no parecen sino confirmar lo que le puede esperar al pueblo palestino en el año que comienza. Tras su «derrota» en Irak, y por su propia debilidad, EEUU precisa siquiera aún más de su «gendarme» en la zona. Y los bombardeos de estos días pueden incluso interpretarse como un aviso por parte de Israel de que no le basta con que el nuevo presidente electo haya hecho profesión de fe de «la indivisibilidad de Jerusalén como capital de Israel» o de que se haya rodeado de influyentes pro-sionistas en su Gabinete. Quiere más. Israel marca así terreno. Y lo hace a su manera, forzando el siempre fiel alineamiento occidental con su alocada carrera hacia adelante, hacia el desastre, ajeno y propio.
De Moscú a Bruselas
La posición de la nueva Administración de EEUU respecto a Rusia dependerá de la capacidad real del Kremlin para sostener el pulso. Algunos analistas han calificado a 2008 como «el año de todas las Rusias». Nunca hasta ahora había hecho efectivos Moscú sus desafíos como hizo al protagonizar una operación de guerra en Georgia en agosto.
No obstante, su dependencia total del precio de los hidrocarburos y la debilidad que está mostrando ante la crisis económica presagian que el Oso ruso está suficientemente tocado como para no pasar de ser una potencia regional. Lejos de la primerísima fila pero sin olvidar su potencial en el área geopolítica, que el Kremlin siempre ha visto como su extranjero cercano.
Por lo que toca a la Unión Europea, la crisis de identidad interna que atraviesa -tras el parón en su proceso constitucional- y su condición de tullido emocional en el exterior -tiene una dependencia síquica respecto a EEUU que no se corresponde con la realidad de su fortaleza y de la debilidad de su aliado- pueden seguir lastrando su futuro como actor clave en el contexto internacional de este siglo.
El Oriente cada vez menos lejano
Tercera economía mundial de facto, China sigue su propio y contradictorio camino. La llamada Cuarta Generación de líderes del Partido Comunista Chino, dirigida por el presidente, Hu Jintao, deberá seguir lidiando con las grandes desigualdades sociales y geográficas de un crecimiento anual cercano al 10%, que puede ralentizarse por efecto de la crisis global, lo que podría incluso favorecer los planes oficiales para introducir mecanismos correctores.
Junto a su diplomacia de perfil tranquilo, China seguirá acaparando mercados en una carrera que le otorga ya la primacía en Asia e incluso en el Extremo Oriente ruso. América Latina y África ya han abierto las puertas al voraz apetito chino por las materias primas a cambio de préstamos con bajo interés e inversiones en infraestructuras. China ha cambiado e incluso envía su flota militar a vigilar las costas de Somalia. Siempre se consideró el imperio del centro, pero ya no se mira sólo al ombligo.
Con sus planes de refundación del país, Obama tratará de frenar el lento pero evidente declive de EEUU. Tan evidente en el interior como en el exterior, donde su papel de potencia es cada vez más contestado por rivales y antiguos aliados.
La UE debe salvar la crisis de identidad que le aqueja en los últimos años y que ha frenado su proceso de ampliación, para algunos el verdadero motor de la conversión de Europa Occidental en un actor de peso en el nuevo escenario internacional.
La delicada coyuntura económica puede hacer mella en los planes de Rusia de recuperar su influencia como potencia regional a tener en cuenta. Y hay que tener en cuenta que cumple sus amenazas, como hizo en Georgia.
20-1-09
Ése es el día D en el escenario de la política internacional de 2009. El lugar de la ceremonia: Washington D.C. El protagonista: Barack Hussein Obama, que tomará posesión como presidente de EEUU.
China ha cambiado e incluso envía misiones navales contra la piratería en Somalia. Defiende así sus intereses económicos. China siempre se consideró el imperio del centro. Pero ya no se mira sólo al ombligo; su área de actuación es el mundo.