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Confianza, esa amante ¿inoportuna?

Carmelo RODRIGO Analista bursátil

En una de esas canciones de Joaquín Sabina que son pura poesía, denominaba tal como el título a la soledad. Me he permitido parafrasear al granadino, pero cambiando el objeto, es decir, soledad, por el concepto clave en la causa de la actual debacle económica y financiera en la que estamos inmersos y clave también en la posible salida del atolladero: confianza.

El exceso de confianza -todo va bien- aderezado con una desmesurada avaricia por parte de un establisment financiero, más preocupado por dedicar sus capacidades en inventar «atajos» instrumentales para crear riqueza ficticia, que en potenciar y desarrollar mecanismos tradicionales para asentar y consolidar riqueza real ha provocado, entre otros, la explosión del globo y la puesta en marcha del más elemental de los principios de la física: acción y reacción. Y ésta ha venido en forma de desconfianza; pero de una desconfianza impensable en magnitud y profundidad hace tan sólo un año: de las entidades financieras entre sí, de éstas con los ciudadanos y con el sistema productivo en general (empresas) y, viceversa, de los clientes con sus bancos y cajas, de las mercantiles unas con otras, de las grandes fortunas con sus reputados gurús.... vamos, que nadie se fía de nadie. Solamente confían los gobiernos, a los que no les queda más remedio que poner cara de tontos y hacer como que se lo creen, en forma de inyecciones económicas masivas para evitar que se caiga el arbolito.

¿Perspectivas para el año nuevo que asoma ya por la puerta de esta próxima noche festiva? Pues mucho queda supeditado, a mi juicio, precisamente en la recuperación de esa confianza como sentimiento generalizado: es conditio sine qua non la vuelta a la actividad crediticia fuerte que reactive la actividad empresarial y el consumo privado, acompañado de una tendencia a los tipos de interés bajos y políticas fiscales favorables, aún a costa de dañar las cuentas públicas en el corto plazo. Es fundamental, repito, que el dinero vuelva a circular, que no sea tan desconfiado como lo es en estos momentos.

Mas ya se sabe que la confianza, como la buena fama, se gana en dos años y se pierde en dos días, por lo que, al margen de creer o no en milagros -éste sería uno-, auguro un 2009 muy complicado, con Bolsas difíciles -aunque creo que van a ser el sector que menos disgustos provocar-, un Ibex 35 que terminará el curso en positivo sobre el cierre de hoy, una política monetaria exhaustiva en Europa, donde aún queda margen, con tipos sobre el 1,5%, la inflación autocorregida por la brutal caída de la demanda, una gasolina más cara por el recorte en la producción y, lo peor de todo, un número de desempleados nunca visto en este país. Al menos en lo último, ojalá me equivoque.

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