Floren Aoiz
Año nuevo, viejo conflicto
Eso que llamamos conflicto tiene beneficiarios, que creen que en una situación post-conflicto podrían perder la privilegiada posición de la que gozan actualmente
El año 2008 se despidió con sonido de explosión y la habitual cantinela de condenas tan repetida como inquietante. Un año más nos dejaba con la imagen de un conflicto no resuelto, pero además, las características del atentado de Bilbo nos recordaban que durante 2008 no sólo no se ha dado ni un solo paso para superar esta situación sino que la confrontación se ha agudizado y cada vez se extiende a más ámbitos.
2008 ha sido, definitivamente, un mal año. Un año de escalada represiva, de bloqueo político y de empeoramiento de las condiciones de vida de la mayor parte de la sociedad. Por si esto fuera poco, todo indica que 2009 será un año peor en el terreno socioeconómico, como puede ya deducirse de los expedientes de regulación de empleo en marcha y los despidos anunciados. Una vez más, el capitalismo hará pagar a las mayorías los costes de un modelo económico cuyos beneficios se reparten entre minorías. Está por ver la respuesta popular a este nuevo abuso, aunque hay algunos síntomas esperanzadores de la capacidad de movilización del movimiento obrero.
Pero si la crisis ataca a la mayor parte de la ciudadanía, lo mismo ocurre con el conflicto, por más que el pensamiento único quiera monopolizar el concepto de víctima para administrarlo según sus intereses. La primera víctima del conflicto es la sociedad vasca. Lo es porque no puede ser lo que quiere ser, ni puede decidir libremente su futuro. Lo es porque aquí no existe sufragio universal, ni igualdad ante la ley ni libertad de expresión. Lo es también porque el Estado francés se niega a reconocer la realidad vasca y el español, en lugar de preservar el respeto a los derechos humanos es denunciado a nivel internacional por el trato a los detenidos, por su política carcelaria y por los criterios con los que interpreta el código penal.
La situación de bloqueo y empeoramiento del conflicto repercute sobre la sociedad y permite a los estados seguir imponiendo su voluntad sobre Euskal Herria. Nuestro país está sometido a una presión policial única en Europa y el conflicto es la gran excusa con la que se cierran las puertas al cambio político. De este modo, el PNV ha logrado liderar siempre las instituciones vascongadas y la derecha españolista navarra ha mantenido, gracias al control que ha ejercido y ejerce sobre el PSOE garantizar el «blindaje» de un marco político sobre el que la población navarra nunca ha podido decidir. Eso que llamamos conflicto tiene beneficiarios, que creen que en una situación post-conflicto podrían perder la privilegiada posición de la que gozan actualmente. Ni UPN ni PNV, los dos partidos que han permitido al PSOE de Rodríguez Zapatero sacar adelante los presupuestos estatales, los dos partidos que han podido sacar adelante los presupuestos de Iruñea y Gasteiz gracias al PSOE, están interesados en un cambio de escenario que ponga en riesgo sus poltronas y los dinerales que gestionan desde ellas.
La sociedad vasca es la principal interesada en la resolución del conflicto. Sería una gran noticia que en 2009 se dieran pasos en la movilización social para avanzar hacia nuevos escenarios.