Cuba conmemora la Revolución con una reverencia a Fidel Castro
La Revolución cubana entró ayer en el día después de su 50 aniversario con la tarea pendiente del relevo generacional que dirija el «justiciero cataclismo social» que comenzó Fidel Castro. A los «dirigentes del mañana» Raúl Castro les instó a no olvidar nunca que «ésta es la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes» y a que «no se reblandezcan con los cantos de sirena del enemigo».
Santiago de Cuba, la cuna de la Revolución liderada durante casi cinco décadas por Fidel Castro, celebró el jueves (madrugada del viernes en Euskal Herria) el 50 aniversario de ese proceso político con reverencias a la figura del líder cubano, el gran ausente de los festejos, pero protagonista del tono emotivo del acto. Una imagen gigante de Castro, vestido con su uniforme verde olivo en la Sierra Maestra durante la lucha contra el dictador Fulgencio Batista, colgaba de uno de los edificios más importantes de la plaza Carlos Manuel de Céspedes en Santiago, donde tuvo lugar el acto oficial para conmemorar el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959.
Fidel Castro acaparó carteles y letreros en las calles de toda la isla y el recuerdo de varios ex combatientes de su guerrilla que estuvieron presentes entre los 3.000 invitados a la celebración. En el acto se proyectó un vídeo con fragmentos de discursos de Fidel Castro durante estos 50 años y el líder cubano estuvo también presente en el discurso de su hermano y presidente de Cuba, Raúl Castro, quien dijo que «un individuo no hace la historia, lo sabemos, pero hay hombres imprescindibles capaces de influir en su curso de manera decisiva. Fidel es uno de ellos, nadie lo duda, ni aún sus enemigos más acérrimos».
«Alerta premonitoria»
El mandatario recordó su «alerta premonitoria» en enero de 1959, cuando afirmó que los problemas de la isla no se iban a «resolver fácilmente» y que el camino estaría «trillado de obstáculos».
Desde el escenario en Santiago de Cuba, Raúl Castro afirmó que la Revolución es más fuerte que nunca por no haber «cedido un milímetro en sus principios ni en los momentos más difíciles». Vestido con su uniforme de general del Ejército, celebró el aniversario revolucionario como una doble victoria por haberlo hecho frente al «odio enfermizo y vengativo» de EEUU.
Con una enorme bandera cubana amarrada de extremo a extremo del Ayuntamiento a sus espaldas, Castro subrayó que la dirección histórica de la Revolución debe «preparar las nuevas generaciones para asumir la enorme responsabilidad de continuar adelante con el proceso revolucionario». Afirmó que los dirigentes del futuro no deben olvidar que «ésta es la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes» y les pidió que «no se reblandezcan con los cantos de sirena del enemigo y tengan conciencia de que por su esencia nunca dejará de ser agresivo, dominante y traicionero».
«Que no se aparten jamás de nuestros obreros, campesinos y el resto del pueblo, que la militancia impida que destruyan al Partido. Aprendamos de la historia», señaló, tras recordar las palabras de Fidel Castro, cuando en el 2005 advirtió de la posibilidad de que los propios cubanos pudieran destruir la Revolución.
«Si actúan así contarán siempre con el apoyo del pueblo, incluso cuando se equivoquen en cuestiones que no violen principios esenciales, pero si sus actos no estuvieran en consonancia con esa conducta no contarán siquiera con la fuerza necesaria ni la oportunidad para rectificar», añadió.
«Impotentes e incapaces»
Pronosticó que la traición a esos principios les dejará «impotentes ante los peligros externos e internos, e incapaces de preservar la obra fruto de la sangre y el sacrificio de muchas generaciones de cubanos» y que, en ese caso el pueblo cubano «sabrá dar la pelea».
Aseguró que la Revolución fue un «justiciero cataclismo social» y que «una tras otra, todas las administraciones norteamericanas no han cesado de intentar forzar un cambio de régimen en Cuba empleando una u otra vía con mayor o menor agresividad». Acusó a Washington de haber fomentado y apoyado «crímenes» en su «tozudo empeño de apagar a cualquier precio la luz de justicia y decoro que significó la alborada del 1 de enero».
El presidente subrayó que el pueblo cubano, «al arribar al primer medio siglo de Revolución triunfante», conoce «cada imperfección de la obra que él mismo ha levantado con sus brazos», pero destacó que los revolucionarios son los «principales críticos». «No hemos dudado en dilucidar deficiencias y errores públicamente», dijo, antes de agregar que «lo único que (el pueblo) no podrá decir jamás de nosotros es que robamos, que traicionamos».
«Hoy la Revolución es más fuerte que nunca y jamás ha cedido un milímetro en sus principios, ni en los momentos más difíciles. No cambien en lo más mínimo esa verdad», pidió el presidente cubano, Raúl Castro, a los futuros dirigentes.