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CRíTICA Cine

«Australia» Lo que el el polvo se llevó

 

Koldo LANDALUZE

Australia» es la quinta esencia de esa tipología de historias de amor épicas que pretenden ser más grandes que la vida misma. Más allá del encadenado de postales engarzado por Baz Luhrmann, muy poco cabe reseñar de este viaje virtual y engañoso a través de la agreste fisonomía de un paisaje que, en manos de este autor, se transforma en una de esas cancaneras coloristas que tanto animaron su barroco «Moulin Rouge». La alteración excesiva de los colores subraya el maquillaje virtual de una escenografía polvorienta que no requiere de estos artificios para mostrarnos su belleza natural y provoca un primer choque frontal con un espectador que entra a hurtadillas y desconfiado en una trama que tiende a ser monumental y se queda en una superficialidad romántica donde impera el tono rosa y el almíbar a granel.

«Australia», además, certifica el eclipsamiento de una Nicole Kidman incapaz de remontar el vuelo y que, en esta oportunidad, fracasa en su empeño por hacerse un hueco en el Olimpo de las grandes sufridoras y mujeres coraje de la historia del cine. La fisonomía gélida y eternamente rubia de Kidman no concuerda con el ideario de un personaje que coquetea con aquella Vivian Leigh de «Lo que el viento se llevó» y la Katharine Hepburn de «La Reina de África», y termina por convertirse en uno de los mayores lastres que arrastra este folletín interminable animado con bombardeos ruidosos y puestas de sol inabarcables. Por otra parte, a su compañero de reparto -Hugh Jackman- le ha correspondido ejercer funciones de florero muscular y esta condición le relega a un cómodo segundo plano que le permite permanecer un tanto al margen del naufragio millonario padecido por esta superproducción arrogante y que fracasa en su ambiciosa intención de seguir la estela de un modelo cinematográfico únicamente comprensible en aquellas legendarias compañías gobernadas, con mano férrea, por tipos como Jack Warner o David O. Zelsnick.

Para colmo de males, Luhrmann pasa muy de refilón por la trastienda que gestó su país natal y se olvida de mostrar abiertamente las miserias coloniales que legó el nacimiento forzado de Australia.

 

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