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CRÓNICA Manifestación en Bilbo

Una marea humana que se estremece y hace estremecerse

La marea humana que inundó ayer el centro de Bilbo no puede dejar indiferente a nadie. Fueron muchos quienes se estremecieron al paso de las fotografías de los represaliados políticos. Esas imágenes que ponen rostro a la represión ejercida por Madrid y París y que saltan los muros de las cárceles cada vez que la solidaridad ciudadana se expresa en las calles de Euskal Herria. Un estruendo que no se puede silenciar.

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Agustín GOIKOETXEA

Etxerat logró ayer el primer objetivo que se marcó al convocar la manifestación en defensa de sus familiares presos. Decenas de miles de personas acudieron a Bilbo para reivindicar la puesta en libertad de los trece prisioneros enfermos y de los 198 que han cumplido su condena y la repatriación de todos los encarcelados.

La respuesta recibida al emplazamiento que la asociación de familiares de represaliados vascos había lanzado el 9 de noviembre en su VIII Asamblea, en Etxarri-Aranatz, a los agentes políticos y sociales, amén de a la ciudadanía en general, ya hacía presagiar la respuesta multitudinaria a su convocatoria de movilización contra la «cruel» política carcelaria de Madrid y París. Una hora antes del inicio de la marcha, los aledaños de la plaza Aita Donostia, especialmente la calle Autonomía, se iban llenando de ciudadanos solidarios con la causa de Etxerat.

Mientras miles de participantes se acercaban al punto de partida de la movilización, un helicóptero de la Ertzaintza comenzaba a sobrevolar el lugar de la cita y varias furgonetas policiales se apostaban en las cercanías. Media hora antes del inicio, previsto para las 17.30, ya se podía constatar que esta manifestación no iba a ser una más de las que periódicamente recorren la calle Autonomía.

A las 17.45 comenzó la marcha, encabezada por Santos Sagardui, padre del zornotzarra Jose Mari Sagardui, Gatza, que lleva más de 28 años en prisión, ostentando el triste título de ser el preso que más tiempo lleva encarcelado de toda Europa, y Mari José Villeites, madre del bilbaino Aitor Herrera, portando sendos quinqués símbolo de la asociación. Les acompañaba un joven haciendo sonar la adarra que en su cuello llevaba anudado un pañuelo palestino, otro símbolo, esta vez de solidaridad con ese pueblo atacado sin piedad por Israel.

Detrás una pancarta exigiendo la repatriación de presos y exiliados a Euskal Herria era la antesala al desfile de fotos de los 764 encarcelados en prisiones españolas y francesas portadas por sus familiares en hileras que hicieron estremecer a más de uno de los presentes. La marcha iba recorriendo metros entre las miles de personas que desde las aceras, entre aplausos y gritos de ánimo, saludaban su paso antes de sumarse a ella.

Tras la pancarta con el lema ``Heriotz zigorrik ez - Bizi arteko zigorrik ez - Euskal presoak Euskal Herrira'', portada por miembros de Etxerat, un grupo de ex prisioneros marchaba con un retrato en recuerdo y homenaje a Bernardo Arregi Tejedor, Tito, ex preso político del Casco Viejo bilbaino que falleció el 29 de diciembre en el Hospital de Basurto tras una larga enfermedad.

Les seguían representantes de los agentes políticos, sindicales y sociales que apoyaban la convocatoria, entre los que se encontraban dirigentes de la izquierda abertzale como Arnaldo Otegi, Jone Goirizelaia, José Luis Elkoro, Tasio Erkizia, Eugenio Etxebeste, Rafa Díez Usabiaga o Periko Solabarria; una amplia delegación de LAB con su secretaria general, Ainhoa Etxaide, al frente; la portavoz de Ezker Abertzalea en la Cámara de Gasteiz, Nekane Erauskin; militantes de ELA, EHNE, STEE-EILAS e Hiru; miembros de Aralar como Daniel Maeztu, Iñaki Aldekoa, o Josu Murgia; y Mertxe Colina, de Abertzaleen Batasuna.

Detrás, decenas de miles de ciudadanas y ciudadanos anónimos exigiendo con su presencia el fin de la política de dispersión y la amnistía. Decenas de miles de voces que reclamaron la repatriación de todos los represaliados políticos vascos.

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