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CRÓNICA Crímenes contra la población civil

El personal del mayor hospital de Gaza desciende al Infierno

El personal del hospital de Shifa, en la ciudad de Gaza, hace lo imposible por seguir trabajando pese a estar desbordado por las sangrientas consecuencias de los bombardeos israelíes.

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Saud ABÚ RAMADÁN

La repentina y violenta embestida de la Fuerza Aérea israelí sobre Gaza ha provocado en sólo una semana unos efectos que sobrepasan con mucho cualquiera de los planes de emergencia previstos por el sistema sanitario de este territorio palestino.

La crisis hospitalaria se hace más evidente que en ningún otro sitio en el centro médico de Shifa, el de mayor capacidad de este territorio en el que viven más de un millón y medio de personas.

Los suelos del hospital están desde hace ocho días teñidos de un rojo oscuro y reseco, al igual que el césped del exterior, donde médicos y voluntarios prestan los primeros auxilios a los cientos de heridos tumbados en el suelo.

«En los primeros minutos de los ataques [el sábado 27 de diciembre] vinieron al hospital más de quinientos enfermos y, en las siguientes horas, esa cifra aumentó drásticamente, superando con mucho nuestra capacidad de 585 camas», dijo Raedl al-Arini, portavoz del hospital.

En uno de los quirófanos, tres heridos esperan a ser atendidos simultáneamente, pese a que la sala está preparada para asistir a un solo enfermo a la vez.

«Tenemos sólo seis quirófanos», se lamenta el doctor Basel Baker, director del área quirúrgica, quien explica que durante los dos primeros días de la ofensiva «decenas de heridos iba siendo dejados en el patio del hospital y éramos incapaces de saber quiénes necesitaban ser intervenidos y quiénes no». «Nunca en toda mi carrera he visto una cosa así en Gaza», dice este médico palestino de 54 años.

Más de la mitad de los fallecidos perecieron en los dos primeros días de la ofensiva, cuando la aviación israelí lanzó decenas de ataques simultáneos contra edificios de la Policía.

Los centros médicos se vieron desbordados y tuvieron que pedir a los familiares que recogieran cuanto antes a sus muertos porque no tenían suficientes cámaras refrigeradoras para conservar los cadáveres.

La mayoría de los primeros muertos fueron policías, pero en los siguientes días de ataques aéreos los israelíes ampliaron sus objetivos y las bombas alcanzaron mezquitas, instituciones educativas y viviendas de milicianos o miembros de Hamas, lo que incrementó el número de civiles afectados.

El flujo de cadáveres y heridos no tiene fin. Su llegada masiva en ambulancias y coches privados deja conmocionados a los médicos y sanitarios, que permanecen encerrados en el hospital de Shifa desde hace ya más de una semana, desde el comienzo de la ofensiva israelí.

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