Raimundo Fitero
Grados de cinismo
Cuando los cantantes se vuelven filósofos, siempre superan a los filósofos que se vuelven gastrónomos. Melendi dice que se ha vuelto más irónico, que es el paso normal en la evolución de alguien que ha sido más canalla. Estoy de acuerdo. Hay todavía varias etapas evolutivas hasta llegar al cinismo, que puede ser sublime o canallesco. Por ejemplo, que los noticiarios abran alabando las tres horas de supuesta tregua de las tropelías israelíes en Gaza o que a renglón seguido en los sumarios, tenga la misma categoría informativa la muerte de un motorista francés en ese crimen de lesa naturaleza llamado Dakar, es cinismo manifiestamente canallesco.
En estos días de reyes magos, reyes majos, reyes, reinas y princesas, en algunos noticiarios, cuando llegaban a la parte publicitaria, aparecía normalmente, y en algunas cadenas, un anuncio del Ministerio de Defensa. Un anuncio que casi era una felicitación navideña, con un estilo meloso, ambiguo, en el que no queda claro las intenciones a primera vista, pero que en el fondo se trataba de una versión turronera y capciosa del «alístate, la patria te llama», más guerrero que sería lo que desearían muchos de los que andaban de pascua en desfiles, reopciones y críticas de moda.
Un anuncio de ejércitos en medio de las noticias sobre la invasión de Gaza, es un suponer, es una gran prueba de cinismo estructural, de oportunismo, de ganas de desviar el tiro. Y si le añadimos a ello un debate público sobre el vestuario de la ministra en los términos que se establece, es decir, hablando de un supuesto protocolo en el que ninguna mujer puede ir con pantalones delante de un rey, la cosa se convierte de manera clara en el esperpento que parece ser.
Bueno, la cuestión es que, por razones que se me escapan, el anuncio de los soldados precedía normalmente a un publirreportaje de la obra social de una entidad de ahorro que es otra de las grandes muestras del cinismo más rasposo. Con lo que cuesta en términos absolutos esa publicidad podrían hacer unas cuantas escuelas en África, sin ir más lejos. Por cada emisión seguro que se gastan mucho más que lo que de verdad llega a los que lo necesitan.