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El corazón de José Ramón Aranguren se paró tras 70 años de solidaridad

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R.S. |

Un infarto acabó al mediodía de ayer con la vida del veterano militante abertzale José Ramón Aranguren, nacido en Elo (Monreal) hace 70 años. Le terminó fallando el corazón que había derramado a raudales en un montón de causas solidarias.

Aranguren se encontraba aún pendiente de juicio por el «caso 18/98», después de ser retirado de la causa juzgada en la Casa de Campo al haber sufrido otro infarto de miocardio anteriormente. Sin embargo, los problemas coronarios no frenaron su intensa actividad en numerosas luchas populares.

Por poner algunos botones de muestra, ayer mismo había acudido por la mañana a la sede del sindicato LAB, donde su implicación ha sido clave para poner en marcha el área de jubilados y pensionistas. A mediados de diciembre participó en la rueda de prensa del colectivo Sasoia en la que decenas de jubilados revelaron que han propuesto a los presidentes español y francés ocupar el lugar de los presos vascos enfermos. Días después tampoco faltó a la presentación del libro «La tortura» en Burlata, en la que hizo gala de su eterna inquietud por el futuro de Euskal Herria y preguntó a Arnaldo Otegi por las opciones de alianzas de la izquierda abertzale.

Esta hiperactividad acompañó toda su vida y le granjeó muchas amistades, tanto en Iruñea como en Donostia y el conjunto de Euskal Herria. En los años 90 fue concejal de HB en la capital navarra y ejerció también de impulsor de ``Egin'', lo que le llevó al banquillo en el «caso 18/98» con una petición fiscal enorme (nada menos que 48 años de cárcel).

Entrañable

Pero si algo ha definido a Aranguren es su carácter especialmente entrañable. Desde la sede de LAB apuntaban ayer que lo habían encontrado al salir «sonriente, como siempre». De esa humanidad dio muestra en momentos como el Día de Nafarroa de 2007, cuando se le encomendó el pregón de la celebración anual de Orreaga. Optó por improvisar con Amets, de 9 años, un delicioso diálogo entre el aitona erdaldun y la nieta euskaldun, en el que José Ramón aparecía feliz por los avances logrados en estas dos generaciones. Allí dejó este mensaje como colofón: «Sólo podemos aportar algo al mundo si seguimos siendo navarros, es decir, vascos libres. Si no, no existiremos».

Uno de sus hijos, Asier, está preso en Nanterre. La familia intentó hablar con él para transmitirle la luctuosa noticia, pero no se les permitió hacerlo.

Aranguren había acudido a visitar a una tía, en Mutiloa, cuando su corazón se paró definitivamente. Mañana a las 8.45 será incinerado en Iruñea. Descanse en paz.

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