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El diálogo se sienta hoy en el banquillo

Patxi López manifestó ayer su convencimiento de que «no habrá ningún tribunal que pueda decir que la política no tiene que servir para avanzar en el camino de la paz», en referencia al juicio que hoy comienza en el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco contra cinco dirigentes abertzales, el lehendakari Juan José Ibarretxe y dos líderes del PSE, uno de ellos el propio López. Esta afirmación, corolario de la estrategia jurídica que parece que desarrollará la defensa del candidato a ocupar Ajuria Enea, no hace sino constatar el carácter político de la causa que juzgará a ocho políticos (algunos de ellos ya prisioneros políticos), por el mero hecho de haber mantenido reuniones de carácter público y, una vez más, político.

De alguna manera, es necesario coincidir con López en que lo que a partir de hoy se sienta en el banquillo de los acusados es el diálogo como herramienta legítima para perseguir la paz. Pero, de la misma manera, cabe recordarle al mismo López que su actual proceder lo desarma, si no ante el juez, sí ante la sociedad. Una sociedad a la que priva, con su cerrada apuesta por la continuidad del conflicto y su negativa a retomar cualquier forma de diálogo, de la posibilidad de abrir puertas a ese «camino hacia la paz» que ahora, a las puertas del juicio, invoca como valor absoluto.

En todo caso, este juicio no es sino el esperpéntico reflejo del denominado sistema democrático español, capaz de llevar hasta las últimas consecuencias procesales lo que no es otra cosa que una ronda de contactos entre partidos. Todo en virtud de una Ley aplaudida por unos, denostada verbalmente por otros y sufrida en sus carnes por cinco de los encausados, que muestra la cara más patética de los desesperados esfuerzos de todo un Estado por tomar atajos a ninguna parte en su obsesión contra el independentismo vasco. Desde el punto de vista de la sociedad vasca, lo más frustrante de este juicio es que dos de los tres partidos juzgados no reivindicarán en el mismo la necesidad de volver a cometer este «delito» hasta lograr el acuerdo que decían buscar entonces.

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