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Europa continental tiembla de frío al calor de la «guerra del gas»

Rusia ha dejado de suministrar gas a sus clientes europeos a través de Ucrania y exige observadores internacionales que verifiquen el «robo» por parte de Kiev. Ucrania se limita a aceptar observadores «técnicos» de la UE y acusa a Moscú de dejar sin gas a Europa. Mientras, los países más débiles como Bosnia y Bulgaria se mueren de frío en pleno fuego cruzado entre la nueva Rusia y la prooccidental Ucrania.

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La «guerra del gas» entre Moscú y Kiev se acentuó ayer con ambos países acusándose mutuamente de haber ralentizado hasta el mínimo el suministro de gas al resto de Europa vía Ucrania, y en plena e intensa ola de frío en el Viejo Continente.

La compañía ucraniana, Naftogaz, anunció que Rusia dejaba de bombear gas a los ductos que pasan por este país a las 5:44 (6.44 en Euskal Herria).

Por contra, Gazprom acusó a Kiev de haber cerrado el cuarto y último gasoducto para la exportación que transita por suelo ucraniano en la noche del martes -ese mismo día denunciaba el cierre de los otros tres-.

Al menos once países europeos, incluidos Austria, Rumanía, República Checa, Bulgaria -que asegura el tránsito a Grecia, Turquía y Macedonia-, Eslovaquia e Italia, confirmaron que han dejado de recibir gas ruso.

Otros como Polonia, Alemania y Estado francés están menos afectados, aunque sus suministros son muy inferiores a los normales. Todo ello en medio de temperaturas que alcanzan los 30 grados bajo cero en muchos países.

Un cuarto del gas que consume el Viejo Continente proviene de Rusia y el 80% del mismo llega vía Ucrania.

Crisis más grave que en 2006

La Unión Europea elevó el tono de sus críticas y calificó de «inaceptable» que sus países miembros se hayan convertido en «rehenes» del conflicto.

No obstante, la Presidencia de turno checa se limitó a amenazar genéricamente con «una intervención más firme en caso de que los suministros no sean reestablecidos inmediatamente». El primer ministro checo, Mirek Topolanek, señaló que la crisis actual es «más grave e imprevisible» que la que sucedió en el invierno de 2005-2006.

No obstante, matizó que el día de hoy «será clave para decidir los siguientes pasos».

Gazprom y Naftogaz reanudan hoy por la mañana en Moscú las conversaciones sobre un acuerdo en torno al precio del gas, suspendidas desde el pasado 31 de diciembre. No falta quien señala que el agravamiento de la situación en las últimas horas debe interpretarse como un preludio, o una demostración de fuerza por ambas partes antes de la vuelta a la mesa.

Sin embargo, hay analistas que, pese a conceder que la crisis es más grave, recuerdan que muchos países afectados por el corte en el suministro estarían mejor preparados que hace tres años al haber acumulado reservas. Precaución loable -para el que se la haya podido permitir- que entraña el riesgo de un alargamiento del conflicto, señala Andrew Neft, analista de Global Insight. «Tanto Gazprom como Naftogaz parecen prepararse para una larga lucha, mientras que en 2006, la escasa preparación de los países receptores de gas les forzó a exigir a ambas partes un arreglo rápido».

Rusia dejó el 1 de enero de aprovisionar de gas a Ucrania tras la negativa de Kiev a la actualización del precio exigida por Moscú y a la satisfacción de la deuda contraída.

Desde entonces, el gas en dirección al occidente europeo que transita por Ucrania no ha hecho más que menguar. Moscú ha acusado a Kiev de robar ese gas para satisfacer su aprovisionamiento y decidió el pasado lunes dar un paso más y detraer las cantidades presumiblemente hurtadas de su suministro general a Europa a través de los gasoductos ucranianos.

Puñetazo en la mesa de Putin

En una vuelta de tuerca más, Gazprom paralizó ayer totalmente, y por orden del primer ministro, Vladimir Putin, el tránsito de gas ruso al occidente europeo a través de Ucrania para «detener el robo».

Putin advirtió de que el servicio por esta vía no será reestablecido hasta que se alcance un acuerdo sobre el despliegue de observadores internacionales.

Como no podía ser menos, la mayor parte de los analistas occidentales cargan las tintas sobre la actitud de Rusia.

A nadie se le oculta la aversión que provoca en Moscú el poder instalado en Ucrania desde la revolución naranja de 2004, que se ha alineado sin ambages con Occidente.

Además de debilitar la posición de Kiev, el Kremlin buscaría asimismo que la UE se alinee con mayor claridad y unanimidad por los proyectos alternativos de gasoductos submarinos Nord Stream y South Stream, que impulsa Rusia para llevar el gas a Europa sorteando a la «inestable» Ucrania.

El propio Putin declaró ayer que la actual crisis forzará a los europeos a apoyar el proyecto Nird Stream, que comunicaría a Rusia y a Alemania pasando bajo el Báltico y que despierta gran oposición en países ribereños como Estonia, Lituania, Finlandia, Polonia y Suecia.

Por su parte, Ucrania accedió sólo a que la UE envíe «de urgencia expertos técnicos para que evalúen la situación».

Por su parte, la UE interpretó este último anuncio como un aval al despliegue de observadores internacionales en la frontera ruso-ucraniana exigido por Moscú como condición para reestablecer su suministro por esos gasoductos.

Está por concretar la modalidad de este despliegue y si las exigencias de cada parte.

El presidente ruso, Dimitri Medvedev, concretó las condiciones para reestablecer el suministro e incluyó la de que Ucrania acepte pagar el gas ruso a precio de mercado. Señaló asimismo que los observadores deberán ser tanto europeos como internacionales.

Ucrania cuenta, por de pronto, con el apoyo total de EEUU, que se apresuró ayer a dejar clara su opinión en torno a una crisis que le queda tan lejos geográficamente como cerca geopolíticamente. Washington instó a Rusia a dejar de «manipular con los recursos energéticos». Toda una declaración de principios.

Exportaciones noruegas

El volumen de gas exportado por Noruega, el tercer país en el ranking mundial, alcanzó ayer cifras récord. No obstante, los expertos advierten de que no podrá seguir satisfaciendo esta demanda por mucho tiempo.

 
Fuera de la UE, varias antiguas repúblicas yugoslavas vivían situaciones más críticas que muchos de los comunitarios. Croacia se sumó ayer a Bosnia y Serbia en el anuncio de que se ha quedado sin suministro de gas ruso.
El frío en Sarajevo trae al recuerdo los duros años de la guerra

«Hemos pasado frío toda la noche. Ha sido horrible, como durante la guerra», se queja Suada Salispahic, una vecina de la capital bosnia. Con su esposo y sus dos niños, ella querría poner en marcha su horno, como hizo en la guerra, pero no encuentra madera.

«Si la situación continúa, esto amenaza desastre humanitario», advierte Almir Becarevic, director de la compañía nacional gasera BiH Gaz. «La gente podría empezar a morir de frío porque se anuncia una bajada de temperaturas a partir del jueves (por hoy)». Una bajada aún mayor, porque el termómetro no superaba los diez grados bajo cero ayer por la mañana en Sarajevo.

«Si no encontramos madera haremos fuego con viejos muebles», asegura Suada, rememorando el sitio de 1.000 días por parte de las fuerzas serbias, durante el que el aprovisionamiento de gas y de electricidad quedó cortado.

El Ayuntamiento ha decidido utilizar energías alternativas, como el fuel-oil, que ha servido para calentar 42.000 hogares. No obstante, otras 72.507 casas pasaron la noche del martes al miércoles sin calor alguno. Tras el anuncio del parón en el suministro ruso a través de Ucrania, los habitantes de Sarajevo se lanzaron a las tiendas a comprar radiadores eléctricos. «Nos hemos quedado sin stock», anunció un portavoz de una cadena de supermercados de la capital bosnia.

«Las cantidades de petróleo de que disponemos nos permitirán sortear la situación durante una semana. Hemos intentado aumentar nuestros stocks pero no hemos encontrado nada en el mercado», alerta el Ayuntamiento de Sarajevo. GARA

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