Tras más de dos años de penurias, palabras como optimismo o ilusión habían desaparecido del diccionario rojiblanco. Pero la racha que ha enlazado el Athletic en los dos últimos meses -primero de resultados, ahora también de juego- las ha recuperado, sobre todo en lo que respecta al futuro copero. Más de uno piensa ya en el mes de mayo. No en el seno del equipo donde, al menos de puertas hacia fuera, hay todavía resistencia a utilizar un discurso demasiado ambicioso.

Es comprensible. Por un pasado reciente que no invita a lanzar las campanas al vuelo, pero también por un futuro que, como el caramelo, se endurece al tiempo que se endulza. Mientras un calendario apretado y unos rivales cuya entidad aumenta ponen freno a posibles euforias, el momento dulce del equipo les abre la puerta.

También los precedentes, aunque no sirvan para demasiado. Pero lo cierto es que la última vez que el Athletic eliminó a dos equipos de Primera, se plantó en la final de Copa, la última que ha disputado. Esta vez han sido Recreativo y Osasuna los que, de momento, se han quedado en el camino. En la 85/86 fueron el Real Madrid, la Real Sociedad y el Betis los que hincaron la rodilla ante el equipo bilbaíno, que sólo cayó en la final, ante el Atlético de Madrid. Mejor aún, la última vez que el Athletic eliminó al Sporting, su próximo rival, acabó haciéndose con el título, el último que adorna sus vitrinas.

Evidentemente, sensaciones y recuerdos no son suficientes ante un calendario como el que se le viene encima al equipo, que disputará, en el mejor de los casos, 7 partidos en sólo 22 días.

La segunda parte de la maratón que comenzó el pasado cuatro de enero arranca mañana con la visita del Valencia -al que los rojiblancos pueden volver a enfrentarse en Copa- a San Mamés. Le siguen, en Liga, tres partidos ante rivales ahora mismo directos: Almería (14º, con tres puntos menos que el Athletic), Málaga (8º, con cinco puntos más) y Valladolid (10º, con los mismos puntos). Una terna de envites que los bilbainos necesitan superar si no quieren limitar a la competición del K.O. sus ilusiones europeas.

El `complemento' llega con las citas coperas. Dos están aseguradas. El próximo jueves a las 21.00 horas llega el Sporting a San Mamés y una semana más tarde -en fecha aún por confirmar-, los rojiblancos devuelven visita. Pese a la contundente victoria liguera que consiguió el Athletic hace poco más de un mes, no cabe duda de que se trata de una eliminatoria complicada. Primero, porque la escuadra asturiana marcha mejor en Liga, lo cual debe suponer algo, y porque como el conjunto bilbaino, es consciente de que la Copa es prácticamente su única posibilidad de conseguir un título largamente esperado.

Si el Sporting también cae, los leones disputarán de inmediato, el próximo cuatro de febrero, el partido de ida de semifinales. Sería su décimo encuentro en el lapso de sólo 31 días y se enfrentarían, esta vez sí, a un rival de campanillas: Sevilla o Valencia.

Ilusión y presión

Es difícil, por tanto, dejarse arrastrar por la euforia. Pero también lo es sustraerse a la ilusión. Algo que se nota en las declaraciones de los jugadores tras el derbi ante Osasuna.

Pablo Orbaiz recelaba ayer de los «excesos de confianza» que tan caros se pueden llegar a pagar, pero también admitía la legitimidad de «disfrutar un poco», sobre todo con una competición tan «especial» como la Copa. «Pasar eliminatorias gusta a la afición y a los jugadores, y más si el equipo ofrece buenas sensaciones. Se corre el riesgo de caer en un exceso de confianza, pero hay que disfrutar un poco», insistió.

Más animado se mostraba Andoni Iraola, para el que la «responsabilidad» ante una afición cuyas ilusiones crecen por momentos «no nos debe asustar». «No me preocupa que la gente corra demasiado en ese aspecto -añadió el jugador usurbildarra-. Es mejor que se ilusione con el equipo y que tenga expectativas que lo contrario, porque quiere decir que ha visto algo y que confía en que podemos hacer bien las cosas».