Ya lo dice la Biblia al inicio del capítulo 6 del Libro de Josué: «Jericó estaba herméticamente cerrada por temor a los israelitas: nadie salía ni entraba». Después el Señor mandó tocar a los sacerdotes las trompetas durante varios días en derredor a la ciudad atemorizando a la cercada población. Acaba el capítulo: «Entonces el pueblo lanzó un fuerte grito y se tocaron las trompetas. Al oír el sonido de las trompetas, el pueblo prorrumpió en un griterío ensordecedor, y el muro se desplomó sobre sí mismo. En seguida el pueblo acometió contra la ciudad, cada uno contra lo que tenía adelante, y la tomaron. Luego consagraron al exterminio todo lo que había en ella, pasando al filo de la espada a hombres y mujeres, niños y ancianos, vacas, ovejas y asnos».

Fue la voluntad del Señor. Como ahora. Antaño trompetas; hogaño, F-16, helicópteros y tanques con los que lanzar bombas de racimo y fósforo blanco. Más efectivos que los instrumentos de viento de los antiguos rabinos.

Destruida Gaza y condenada su población, más si cabe, al horror de la miseria y al dolor por las últimas víctimas, el alto el fuego como generosidad del ocupante. La vieja e hipócrita Europa puede respirar tranquila. Obama ya no tiene la incomodidad que le procuraba su miserable silencio. «Bush es una buena persona» ha declarado la esperanza del mundo, volviéndose cada vez más blanco. «Creo, a título personal, que es un buen hombre que adora a su familia y a su país».

No hay motivos para dudar que Bush Jr. adore a su familia, incluido el perro. Hitler también lo hacía. Ello no da cualidad de bueno a ningún individuo y en este caso nos remite a todo lo contrario por ser los Bush una familia de crápulas e imbéciles desde hace generaciones.

Es de agradecer la claridad con la que el próximo inquilino de la Casa Blanca define lo que entiende por Bondad. Nos da una idea de la ética que dirigirá las futuras actuaciones del que denominan como un intelectual en la presidencia de Estados Unidos.

Como los miembros del ejecutivo israelí y la mayoría de su parlamento son, a su vez, buenas personas temerosas de su Dios que adoran a sus familias y a su país, -por eso cada día lo amplían un poquito más-, han decidido prohibir a los partidos Pacto Democrático Árabe, Raam y Ta'al que puedan presentarse a las elecciones, al considerarles incapaces de adorar a su país y como radicales que son y alguno de ellos incluso rojos, se duda que lleguen a adorar a sus familias. Prueba de ello es que se oponen a la intervención de su ejército en Gaza y no condenan las acciones de Hamás. Si no condenas, cómplice; si cómplice, ilegalizado. Lógica ya conocida por estos pagos.

En Azpeitia el desamor hacia su familia y hacia su pueblo le ha hecho perder la alcaldía a Iñaki Errazkin. Los jelkides, -cristianos viejos-, con la colaboración de un independiente de EA, -cristianos nuevos que ponen una vela a Dios y otra al Diablo-, adoraran al pueblo en las concejalías. El altar mayor será sito en la de Obras Públicas Ad maiorem Dei gloriam.