Eduardo Sourrouille lanza una invitación pública a su casa. 170 fotografías con las que pretende transmitir su lado más íntimo, su visión sobre «los afectos humanos, la necesidad de amar y reconocerse amado». Así, de la forma más personal, se presenta el artista de Basauri en el Artium, el primer museo en el que expone. La pinacoteca gasteiztarra acogerá hasta el 19 de abril esta peculiar muestra que supone «Villa Edur».

Como elemento íntimo, Sourrouille muestra su casa, la casa de su madre. De ahí el nombre de «Villa Edur» que juega con el parecido entre su ama, Edurne, y su propio nombre. Se trata, en definitiva, «del primer legado que recibí de ella que, además de un hogar, es un proyecto perpetuo, un motor vital y un reflejo de su trayectoria», describe Eduardo. En la presentación de la exposición adelantaba que la muestra, como buen hogar, tiene diferentes estancias.

Para ello, el artista recibe a los visitantes en la entrada, donde pueden conocer las anteriores visitas que recibió él. Así, Sourrouille juega con series dobles de fotografías. La primera muestra a su invitado y la segunda el salón que imagina para él. El espacio está «celosamente escenificaco», apunta. La sala del Artium acoge así numerosos combinados. En ellos se ve tanto la identidad singular de cada unas de las personas que el basauritarra invita a su casa como la relación que les une. «Toda relación deja en el otro, visible y definitiva como la abolladura de un recipiente de aluminio, una muesca que reafirma la experiencia vital», asegura Sourrouille.

El salón como muestra

Adentrándose en «Villa Edur» se llega al salón que, según el artista, muestra «una imagen precisa de lo que su propietario es y desearía ser, de lo que deliberadamente muestra a los demás y de lo que puede evitar traslucir». De esta manera, el salón ofrece 30 autorretratos de Eduardo. En este caso está acompañado de «personas que viven en mí». Lo que el visitante observa son 30 imágenes en las que el artista sale acompañado de diferentes animales que le sirven para expresar actitudes, ataviado con trajes que también reafirman la actitud del animal.

Como no podía ser de otra manera, a medida que se introduce en la casa, el público va conociendo aspectos más internos y así llega hasta las estancias privadas. En la primera, se puede observar al artista con su aita, fragmento que él mismo describió como un «doble autorretrato». Y, por último, en la habitación más oculta de todas vemos un tierno video del artista junto a dos jabalíes en la cama. «Es el espacio reservado a la belleza que uno ha encontrado por sus propios medios», asegura.

El aspecto que el director del Artium, Daniel Castillejo, destacó de este trabajo es la disposición de las fotografías, esa parte teatral o la falta absoluta de la improvisación. Es de las primeras exposiciones que Castillejo presenta como director y aseguró que con ella se ve su objetivo de potenciar a los artistas que necesitan ser «mirados en profundidad, vistos contextualmente». Explicó que había conocido a Sourrouille en una muestra de varios artistas que tenía el nombre de «Preparados, listos, click», y defendió esa misma filosofía de «postura, pose y disposición» como la base del trabajo del artista de Basauri.

La diputada de Cultura, Lorena López de Lacalle, coincidió en señalar como «botón de muestra» este trabajo. Se refería a la nueva etapa que están intentado lanzar desde el museo de «implicación con el sustrato social» y que se completará en febrero con Pepe Salazar. Por eso, además de la apuesta por su arte, fue por lo que Artium lanzó a Eduardo Sourrouille la primera oportunidad de exponer en un museo.