ASTEA MUNDUAN
Cambiar algo para que lo esencial permanezca igual
Martxelo DÍAZ
Periodista
Como buenos discípulos del Gatopardo, en EEUU experimentarán esta semana un buen ejemplo de la máxima de cambiar algo para que nada cambie, de cambiar sólo las apariencias para que lo esencial siga igual. En otras palabras, para que sigan mandando los de siempre.
La elección de Barack Obama ha hecho correr ríos de tinta, destacando que es el primer presidente negro de EEUU y que hará una política diferente a la de George Bush. Lo primero parece que es cierto, aunque realmente es mestizo y sociológicamente tiene poco que ver con los negros del Sur o de los barrios deprimidos de las grandes ciudades. Lo segundo es más que discutible.
La política exterior de Bush había convertido a EEUU en poco menos que un paria ante la sociedad internacional. Las críticas (y hasta los zapatos) les llovían como consecuencia de su actuación en Irak o en Afganistán.
Era necesario darle una capa de barniz al sistema para que pudiera aguantar el chaparrón. Bush está bien para lanzar al país a una guerra sin sentido con el socorrido argumento de la «lucha contra el terrorismo». Pero a la hora de gestionar la posguerra y la crisis económica, el vaquero texano comienza a chirriar.
Ahora le llega el turno a Obama, que ya ha prometido que una de sus primeras medidas será cerrar Guantánamo. Ya han comenzado a decir que necesitarán al menos un año para hacerlo. Su anunciada reforma del sistema de asistencia social -limitadísima- ya está cuestionada debido a la crisis. ¡Qué mala pinta tiene el amigo Obama!