El centro de la capital se vio sacudido por una fuerte explosión a media mañana, en un lugar próximo a varios edificios oficiales extranjeros, frente a la embajada de Alemania y a un centenar de metros de Camp Eggers, la mayor base militar estadounidense de Kabul.

«Fue un atentado suicida», declaró el portavoz del Ministerio afgano de Defensa, el general Mohamed Zahir Azimi. «Un kamikaze conducía el coche bomba», añadió el Ejército norteamericano en un comunicado. La explosión provocó importantes daños materiales en la embajada de Alemania y en el campamento estadounidense. Las autoridades alemanas anunciaron que varios empleados de su embajada resultaron heridos.

El ministro de Exteriores alemán, Frank Walter Steinmeier, condenó «este acto cobarde» y aseguró que Alemania no se dejará intimidar y seguirá con su misión en Afganistán.

La insurgencia talibán, por su parte, asumió la autoría del ataque y aseguró que la explosión causó la muerte de ocho soldados alemanes, además de abundantes daños en la sede de la legación diplomática de ese país, según un comunicado. La cúpula de la resistencia talibán precisó que uno de sus miembros, identificado como Shams-ul-Rahman, llevó a cabo el atentado a bordo de un vehículo Toyota Corolla y que entre las víctimas hay diplomáticos alemanes. El objetivo de la acción serían los países que aportan tropas de ocupación al servicio de los intereses de EEUU.

El pasado mes de noviembre, cuatro civiles murieron y otras quince personas sufrieron heridas en un atentado suicida registrado en las cercanías de la embajada estadounidense en la capital, Kabul.