Koldo Hermosa Urra, santurtziarra de 52 años, lleva los últimos 22 en la cárcel, motivo que ha llevado a más de dos mil de sus convecinos a estampar su firma para exigir su liberación. Además, cientos de postales han sido remitidas al presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero por esta misma razón: «dar un pequeño empujón para seguir participando en futuras iniciativas enfocadas a denunciar la situación de Koldo, del resto de los prisioneros santurtziarras y, en general, de las cerca de 780 personas que a día de hoy componen el colectivo de presos y presas políticas vascas», ha recordado el movimiento pro amnistía.

Hermosa se encuentra en estos momentos en la cárcel de Ocaña, a más de 500 kilómetros de Euskal Herria, y tras permanecer más de dos décadas como «rehen político de un estado opresor y vengativo que, más allá de ilegalizar organizaciones políticas y sociales, de cercenar la libertad de expresión, de utilizar la tortura y la guerra sucia, no duda en cebarse especialmente contra quienes considera el eslabón más débil de la cadena: los y las presas políticas vascas y sus familiares».

Sin embargo, el movimiento pro amnistía subraya que «el alejamiento a cárceles de exterminio, la dispersión del colectivo a lo largo y ancho de la geografía franco-española y el recorte continuo de sus derechos junto al deterioro de sus condiciones de vida no les ha dado los frutos deseados: romper al colectivo de presos y presas políticas vascas». Por ello, valora que «fruto de su derrota y de su histeria represiva, el Estado español da una nueva vuelta de tuerca a su actitud contra los presos y presas y, mediante la doctrina del Supremo, elimina redenciones y alarga condenas imponiendo de facto la cadena perpetua encubierta a decenas de prisioneros».

«Contra un muro duro»

En cualquier caso, y frente a la actuación represiva de sus mandatarios, desde Santurtzi destacan que el Estado español «se da de bruces contra un duro muro, el muro de la dignidad, de la razón y de la determinación». Y, por ello, «lo que consideraba el eslabón más débil se convierte en una de sus mayores pesadillas». Junto a la lucha que los prisioneros desarrollan en las cárceles, el movimiento pro amnistía señala también la labor desarrollada en el exterior, siendo «un clamor popular» la demanda de su libertad.

En este sentido, y a pesar de las ilegalizaciones, afirma que «el movimiento pro amnistía goza de suficiente fortaleza para seguir adelante con sus reivindicaciones, con sus movilizaciones y campañas de sensibilización». Ejemplo de ello, las iniciativas desarrolladas en Santurtzi por la puesta en libertad de Hermosa, y del resto de sus convecinos presos, dinámica que además de las firmas y postales, ha contado con movilizaciones y una marcha a Ocaña.