La voz más singular que ha tenido E.H. pertenece a Mikel Laboa. Posee una personalidad especial la de Ruper Ordorika. Lertxundi... y poco más. Pero entre esos pocos se encuentra la gruesa y profunda voz de Petti. Autor que quizá por la época, el estilo y la cultura que le rodea, no ha trascendido más allá del círculo de los apasionados. Petti es un sobrio cantante, buen compositor y guitarrista (sin necesidad de solos) muy por encima de la media. «Awañak» (editado por Bonberenea Ekintzak) recoge en acústico y en directo los valores más descarnados del beratarra. Rompe su garganta, deja que las diferentes acústicas maticen (acompañado por un espléndido y cálido Rafa Aceves al piano), busca el calor en los ritmos y arpegia para hallar detalles de belleza y sonoridad. «Awañak» recorre sus noches con extrema sensibilidad y pasión. Suena folk-rock según, en parte, Nick Drake, se hunde en la historia como un algodón tocando viejo blues y vierte rock con la misma intensidad y fuerza que el fuego de un dragón fantástico. Si es posible, que a nadie se le escape uno de los mejores y más desnudos discos de nuestra historia.