La tercera edición del concurso Danbaka ya tiene un ganador: The Wet Band, de Mutriku, quienes también obtuvieron el premio del público. Grabarán disco en los estudios Shot y lo editará Gaztelupeko Hotsak, además de 1.300 euros en material. Adi Holden también acceden a disco por ser la mejor banda de Debagoiena, editado, asimismo por Gaztelupeko Hotsak. Y adiós a Danbaka hasta dentro de dos años. Sin duda uno de los concursos más atractivos (organización, directos, premios, local, proyección mediática...) de todos los que se celebran en Euskal Herria.

El resultado final de un concurso viene determinado por lo que se resuelve en el escenario, pero también por la cultura general del jurado, el tipo conciso de cultura acumulada por éste y su edad. Todo influye y sirve para que los grupos se reordenen al final del encuentro. Lo común es que el jurado tienda (en concursos no comerciales) hacia las bandas con propuestas más arriesgadas, mientras que el público lo hará hacia lo más inmediato o animado. El caso es que el pasado viernes coincidieron unos y otros, quizá porque The Wet Band se sitúa en un término medio capaz de equidistar de todas las aristas, quizá porque música e imagen proponen a un grupo de futuro. En fin, que no dudamos de la honestidad del premio e incluso de los valores de TWB, pero nuestra cultura acumulada y la actitud que buscamos en la vida musical, nos inclinan por destacar a Norman, un esmerado y singular cruce entre el rock, el proto-punk y algunos toques de new wave. Que Adi Holden hayan alcanzado también el estatus de grabables, resulta positivo, pues por actitud rockera, directo y punch se lo ganaron.

The Wet Band

TWB giran alrededor de la guitarra solista de Endika Lekube Iturrioz, residente en Donostia entre semana, crecido en Getxo, y asiduo del local de ensayo en Mutriku los fines de semana. además de músico de larga trayectoria. Endika basa la sonoridad de su guitarra, ágil y dinámica, en las viejas claves del hard-rock, el soul-rock, el rock fusión e incluso el stoner, aunque, curiosamente, no son los estilos que versionea el grupo en la actualidad, una de las facetas, por cierto, que más complace a la banda y de la que se muestran orgullosos, pues admiten aprender con generosidad. Nada que objetar, en definitiva, al estilo y a su compleja trama de sonidos veteranos, aunque extraña en una formación joven tanto desparpajo revisando el pasado.

Otra de las claves de TWB se llama Ainara Etxearte, residente en Bilbo entre semana y, como en el caso de Endika, habitual de Mutriku los fines de semana. Posee una excelente voz y una atractiva imagen que ayuda a singularizar la propuesta de TWB. No obstante, transmitió la idea de estar más preocupada de no descomponer su figura y atuendo que de vaciarse en el escenario. No es fácil desinhibirse cuando eres el punto de convergencia de tantas miradas, cuando sales con minifalda y medias para no romper. Pero el rock es ante todo actitud y corazón, emociones y dejarse los meniscos en el suelo. Para evitar accidentes están los pantalones vaqueros u otros recursos. Con todo, Ainara (también con experiencia en acordeón, violín y coro juvenil) y grupo lo hicieron muy bien, por lo que cabía la posibilidad de que ganaran.

La banda se completa con el bajista Iñigo Gorritxategi, otro residente entre Donostia y Mutriku, y el batería Aitzol Collazo, últimamente tentado por el nu-metal y, esta vez sí, habitual de Mutriku. Iñigo es un buen aficionado al hard rock, pero también al doom metal.